Sin público por la pandemia de coronavirus, como ocurrió en los Juegos Olímpicos, la capital de Japón celebrará los Juegos Paralímpicos Tokio 2020 entre este martes y el domingo 5 de septiembre, con la participación de 57 atletas argentinos.

La velocista Yanina Martínez, única medalla dorada en Río 2016, y el judoca Fabián Ramírez, doble medallista (plata en Atlanta 1996 y bronce en Beijing 2008) y que disputará sus sextos Juegos, fueron los abanderados argentinos en la ceremonia de apertura de la 16º edición de los Paralímpicos.

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Argentina participará en 11 deportes: atletismo, ciclismo, boccia, fútbol para ciegos, judo, natación, paracanotaje, remo, tenis, tenis de mesa y taekwondo (será paralímpico por primera vez y tendrá como único representante argentino a Juan Samorano).

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La delegación "albiceleste" no tendrá representación en básquetbol, levantamiento de pesas, bádminton, tiro, goalball, ecuestre, esgrima, triatlón, quad rugby, tiro con arco y voley sentado.

En los Paralímpicos de Río 2016, Argentina ganó un total de 5 medallas (1 de oro, 1 de plata y 3 de bronce) y 35 diplomas, lo que le otorgaron el lugar número 54 del medallero. China terminó primero con 239 medallas (107 oros) y completaron el podio Reino Unido (147) y Ucrania (117).

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La rosarina Yanina Martínez, medallista parapanamericana y mundial, se impuso en la prueba de los 100 metros llanos clase T36 (deportistas con secuelas de parálisis cerebral) y ganó la medalla dorada en Río 2016, con lo que cortó una racha de 20 años para Argentina sin conseguir esa presea.

En los Juegos en Brasil hace cinco años, Hernán Urra fue plata en lanzamiento de bala y Hernán Barreto ganó dos medallas de bronce en los 100 y 200 metros llanos de la categoría T35. El tercer bronce lo ganaron Los Murciélagos.

El seleccionado de fútbol para ciegos, que viene de ganar por tercera vez el Grand Prix de Tokio, buscará en esa ciudad volver a subirse al podio y -como objetivo máximo- su primera medalla dorada en la competencia tras la plata en Atenas 2004 y las medallas de bronce en Beijing 2008 y Río 2016.

Los Murciélagos (primeros del ranking internacional) iniciarán su competencia de fútbol 5 el 29 de agosto y compartirán zona con Marruecos (campeón africano), España (campeón europeo) y Tailandia. En la otra zona estarán Japón, Brasil (campeón olímpico), China y Francia. Los dos mejores de cada grupo pasarán a las semifinales y a partir de allí comenzarán las etapas decisivas por medallas.

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De los 57 deportistas argentinos, entre un total de 4.400 atletas de todo el mundo, el bonaerense Gabriel Copola, en tenis de mesa adaptado, será el primero en competir el martes 24, a las 21 de nuestro país (hay 12 horas de diferencia con Tokio). Unos minutos más tarde, la primera mujer en debutar será la nadadora cordobesa Elizabeth Noriega (martes, a las 21.08).

El Movimiento Paralímpico empezó a desarrollarse después de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de atender al gran número de veteranos de guerra y civiles heridos por el conflicto bélico, aunque fue recién en 1960 que se llevaron a cabo los primeros Juegos Paralímpicos en Roma, Italia, con la participación de 400 atletas de 23 países.

Desde entonces se realizaron cada cuatro años sin interrupción: Tokio 1964, Tel-Aviv 1968, Heidelberg 1972, Toronto 1976, Arnhem 1980, Nueva York 1984 y Seúl 1988.

En 1989 se fundó oficialmente el Comité Paralímpico Internacional, como una organización sin fines de lucro, en Düsseldorf, Alemania. A partir de ese momento fue aquel Comité el que llevó adelante los Juegos Paralímpicos en las mismas sedes que los Juegos Olímpicos: Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sydney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y ahora Tokio 2020 (postergado por un año a raíz de la pandemia).

La fiesta en el Estadio Nacional de Tokio

La llama tricolor (azul, roja y verde) del movimiento paralímpico iluminó el cielo de Tokio durante la ceremonia de apertura de unos Juegos que no cuentan con la participación de deportistas afganos, homenajeados en la gala, pero sí con un equipo de refugiados que abrió un desfile que contó con la presencia de 162 países.

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Sin público en el estadio por las estrictas medidas de seguridad para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, los pocos asistentes a la ceremonia pudieron disfrutar de una historia desarrollada en un aeropuerto y con las alas de los aviones como protagonistas, como metáfora del impulso que mueve a los deportistas con discapacidad a cosechar éxitos extraordinarios en sus vidas.

378 fuegos artificiales, también de tres colores, cambiaron la sintonía del guión a la electrónica para empezar el desfile de los 162 países participantes en estos Juegos, tres más que en Río de Janeiro, incluidos Paraguay, Bután, Maldivas y las islas caribeñas de Granada y San Vicente y las Granadinas, que debutan en el mayor evento mundial del deporte de personas con discapacidad.

Los primeros en desfilar fueron los seis integrantes del equipo de refugiados, el nadador afgano Abbas Karimi, tres sirios (el nadador Ibrahim Al Hussein, la lanzadora Alia Issa y el piragüista Anas Al Khalifa), el taekwondista de Burundi Parfait Hakizimana y el lanzador de disco iraní Shahrad Nasajpour.

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La delegación afgana, que no pudo estar presente en Tokio debido a la crisis migratoria y política que está sufriendo el país tras la llegada de los talibanes a la capital, Kabul, no cayó en el olvido. El Comité Paralímpico Internacional quiso tenerlos presentes luciendo su bandera en señal de solidaridad con sus deportistas y un voluntario fue el encargado de desfilar con ella.

El broche final lo puso el encendido del pebetero. Kuniko Obinata, triple medallista en esquí alpino, Takeuchi Mashiko, exjugador de tenis de mesa y medallista de oro en Tokio'64, y Mayumi Narita, ganadora de quince oros en natación, entraron al estadio portando tres antorchas, que se las dieron a tres ciudadanos anónimos. Éstos, a su vez, se las entregaron a los deportistas paralímpicos Yui Kamichi (tenis), Shunsuke Uchida (boccia) y Karin Morisaki (halterofilia), que fueron los encargados de subir los últimos metros, en sus sillas de ruedas, para encender el pebetero, que iluminó el cielo de Tokio con un chispazo provocado por mil fuegos artificiales.