Fernando Aguerre es un marplatense de 63 años que se define como un “idealista práctico”, surfista, empresario y líder deportivo, entre otras cosas, que logró que su amado deporte llegara a los Juegos Olímpicos. Algo que ningún otro dirigente argentino ha conseguido. “Fue una remada de 27 años que, por momentos, pareció interminable. Hubo olas que me pasaron pero siempre sentí que vendría una más y que tenía que estar preparado. Nunca dejé de remar y, por suerte, la agarré (se ríe). Y ahora todos los surfistas del mundo la estamos surfeando…  Es casi imposible explicar la felicidad que siento al estar a días del primer surf olímpico de la historia”, explica quien en estos días fue protagonista de una película producida por Youtube y el canal olímpico oficial sobre los tres deportes que debutarán (los otros son escalada y skate).

Con sólo seis décadas de existencia en nuestro país, el surf llega a los Juegos Olímpicos gracias a un argentino y, además, tendremos un surfista de nuestro país en Japón. Sin embargo, todo es producto de una cadena de hechos, que tiene como protagonista, a Fernando Aguerre: "Recuerdo bien cuando, a los 20 años, fundé con amigos las primeras asociaciones de surf, primero la marplatense y luego la argentina. Cuando, en 1978, organizamos el primer circuito nacional, con cuatro fechas. Cuando en 1984 me fui a vivir a California y cuando en 1992 fui miembro del primer equipo argentino al Mundial ISA en Francia. Cuando organicé la fundación de la Asociación Panamericana (PASA) y me eligieron presidente. Cuando en el Mundial ISA de 1994, en Río, me eligieron presidente de la ISA (International Surfing Association) que aún presido, tras ocho reelecciones, siempre ad honorem. Sé que tal vez suena inusual que un argentino sea presidente de una entidad mundial de surf. Por ahí podría ser en el básquet o el fútbol, pero no el surf, sobre todo porque este deporte es hawaiano, estadounidense, australiano… Pero es algo que hago con amor y pasión"confesó. 

Aguerre empezó a surfear en el 71', cuando su hermano vio "gente parada arriba de tablas": "Eran épocas de surfear con trajes de ski de agua, en la que no había muchas tablas ni tampoco trajes de baño para surfear... Tampoco parafina o pitas... No había industria de surf, en realidad. Cuando pusimos nuestro primer local, el Ala Moana de Mar del Plata, fabricábamos muchas de esas cosas y lo convertimos en un club social. Todo era muy rudimentario, porque ni videos para copiar había. Hasta que fuimos a Brasil, en 1978 y volvimos con tablas más cortas. Todo cambió. Era como pasar de bicicletas a motos de carrera. Y nos voló la cabeza…"reconoció.

Al principio se reían cuando el dirigente planteó, que este deporte, con pocos seguidores y medio desconocido, podría llegar a los Juegos Olímpicos. "Recuerdo que durante los Juegos Panamericanos de 1995 en Mar del Plata, un amigo en común me consiguió una reunión con el mexicano Mario Vázquez Raña y cuando le conté mi sueño, era como si se le hubiese hablado de una carrera de cepillos de dientes. Pero al menos él, un muy influyente líder olímpico, me dio ánimo y me entusiasmé. Por suerte nunca me di cuenta de lo lejos que estaba lograrlo y de lo difícil que sería... Porque, si lo hubiera sabido, tal vez no lo hubiese intentado. Pero, bueno, todos tenemos un poco ese quijoterismo. A los pocos meses, fui a Laussane (Suiza) porque me dieron una hora con el español Antonio Samaranch, el legendario presidente del COI. Le llevé tablas de surf y, en el mismo lobby del COI, abrí las cajas y le mostré cómo había que pararse, como se surfeaba. Me dijo “no afloje, algún día se le puede dar”. Imaginate que yo creía que se me podía ser para Sidney 2000, porque Australia era ideal para arrancar con el surf olímpico. No se dio y yo nunca me imaginé que todavía me faltaban dos décadas de remar. Luego pensé que entrar para Río 2016 sería perfecto. Pero tampoco se dio… Pero fue muy loco que ese mismo año, volví a Rio para recibir la noticia oficial de la inclusión olímpica. Fue un momento único de mi vida, que nunca olvidaré"agregó. 

Aguerre dejó todo por un sueño que parecía utópico. “Cuando uno se pone algo así sacrifica tiempo. Mucho. Y esto me quitó tiempo con mi familia, con amigos, en mi trabajo. Con mi hermano Santiago  sacamos una cuenta: que el surf sea olímpico me llevó 12.000 horas de trabajo. Recuerdo que, hace poco, en un torneo en Hawaii, cuando los surfistas profesionales me agradecieron mi gestión, les dije: ‘miren, de estas 12.000 horas que estuve trabajando para esto, me perdí surfear muchas olas… A un promedio de seis olas surfeadas por hora, estamos hablando de unas 84.000 olas que no surfee. Por ustedes, para que tengan la chance de ser olímpicos’. La vida es eso, para lograr algo, uno sacrifica otras cosas. Y sí, fueron muchas horas tejiendo este sueño olímpico”, reseña.

Fernando precisa lo difícil que ha sido el camino hacia la gloria. “Al principio, iba a reuniones del movimiento olímpico, pero a las cenas importantes no estaba invitado. Era el presidente de una federación no olímpica. Parecía que no teníamos chances. Pero paso a paso, charla a charla, me fui ganando el respeto de mis nuevos colegas, pero sobre todo, el surf dejaba de ser un deporte desconocido… El “coolness” del surf estaba llegando al mundo olímpico… Hoy es un deporte panamericano y olímpico, apoyado por el COA, el ENARD y la Secretaría de Deportes, y que tiene un surfista en Tokio. Pero, a la vez, el surf es mucho más que eso. Es un estilo de vida, una cultura, una forma de ser feliz y hasta de entender la vida. Por eso es tan cautivante”, explica.  

Cuando se le consultó respecto a lo que el surf le puede aportar al movimiento olímpico, Aguerre manifestó que "es una relación que se retroalimenta. El movimiento olímpico le dará una enorme visibilidad al surf, radicalmente distinta a la acostumbrada. El surfista mundial tiene exposición pero esto será otra cosa. Serán billones quienes vean a los medallistas. Y, a la vez, el surf trae su juventud, la relación con el medio ambiente, con el mar y la playa, se trata de un deporte cool y apiracional que promueve la relación entre los seres humanos, el cuidado del medio ambiente, la mejora el mundo, la igualdad de las personas al margen de las diferencias de razas, religiones, géneros... Porque el mar no es de nadie. Todos podemos ir a jugar con las olas porque es de todos".