(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Fueron 11 las ediciones sudamericanas del Rally Dakar, 10 con presencia estelar argentina. Chaco, Formosa, Misiones, Santiago del Estero, Córdoba, San Juan, San Luis, Mendoza, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Jujuy, Salta, con largadas en el Obelisco, en Córdoba, en Mar del Plata y en Rosario. Ya se hacía costumbre el ruido de motores en los primeros días del año. Pero ya no más. El Dakar se va. ¿Para no volver? Sólo el tiempo lo dirá.

Ya en la edición 2019 hubo un adelanto: este año, la competencia esquivó la Argentina y sólo se centró en Perú. A lo largo de los años, también se corrió en Chile, Paraguay y Bolivia. Ahora, en 2020, se vuelve a ir muy lejos. A la espera de la ratificación oficial, es casi un hecho que a partir del próximo año el Dakar se correrá en Arabia Saudita. Lo que supondrá un gran ahorro de logística para la mayoría de los corredores y un dolor de cabeza para los pilotos sudamericanos y para las economías regionales del norte y Cuyo argentino que, gracias al Dakar, movían, sobre todo la industria del turismo a comienzos de cada año.

Es más, estas provincias le habrían pedido a Mauricio Macri que intente que el Rally se corra o incluya a la Argentina en su edición 2020, sin embargo, el Presidente no pudo cumplir con lo pedido. 

Un informe de "El Tribuno" de Salta, fechado en abril de 2018, ya adelantaba que el Rally no pasaría por Argentina en 2019, en parte, por los costos dolarizados, algo que será aún peor en 2020, con un dólar en flotación, en una banda que va de los $34 a los $44 pesos, mucho más que los $20 que costaba cada billete verde en enero de 2018. 

Claro, las provincias ganan dinero con el paso del Dakar, pero también desembolsan para asegurarse una "participación" en la gran fiesta motora, la más importante después de la "Fórmula Uno". En la edición 2018, Salta puso algo más de $6 millones, Córdoba algo más de $20 millones por dos etapas, además de la llegada y el podio de los ganadores. En 2018 también participaron La Rioja, San Juan y Catamarca, desembolsando la misma cantidad que Salta, unos u$s 330 mil, es decir, con el dólar a $20 como estaba en aquel momento $6.600.000. Por su parte, el Ministerio de Turismo de la Nación, según indica "El Tribuno" en esa nota aportó otros u$s 4 millones.

Entonces, ¿Por qué las provincias, aún con estos gastos, no querían que el Dakar abandone la Argentina? Porque el paso de la competencia deja un balance positivo en la industria hotelera y gastrónomica, teniendo en cuenta que varias de esas provincias compiten con Chile y Brasil por el turismo veraniego. 

"Perder el Dakar sería una lástima porque hay mucha gente a la que le gusta el automovilismo y la competencia siempre atrae el turismo, el Dakar es un lujo”, había dicho, en 2018, el Secretario de Deportes de Salta. Un lujo que ya no le pertenece al país, ni tampoco a Sudamérica. 

En Córdoba, los números de 2018 fueron más que positivos. Con una inversión de u$s 1 millón de dólares, por dos etapas y la llegada y el podio, en la Docta calculan un impacto de u$s 100 millones, en tanto que a nivel nacional se hablaba de una inversión de u$s 6 millones y un impacto del orden de los u$s 1000 millones, que suele ser el que el Dakar deja a su paso.

Está claro, la cuestión económica cambió desde la primera edición sudamericana, en el verano de 2008. Si bien es un negocio importante, la Argentina no parece dispuesta a invertir el riesgo inicial. 

A nivel global, el Dakar llega a Arabia Saudita por el período 2020-2024 y es una nueva reinvención, que se suma a la que debió hacer en 2008, cuando el Rally fue "expulsado" de África y recayó en Sudamérica. En las últimas ediciones por estos lares ya el apoyo gubernamental no era el mismo y esta última edición, Perú 2019, que incluyó sólo diez días de competencias y tres vivacs (Pisco, San Juan de Marcona y Arequipa) fue la gota que rebalsó el vaso. Ahora, Arabia Saudita promete u$s 15 millones de inversión por año y el Dakar se prepara para vivir un nuevo renacimientos. Mientras, las provincias Argentinas se devanan los sesos para ver con qué llenaran el vacío que deja la carrera del desierto.