Una historia de potreros, basurales y menemismo que ya lleva 27 años cosechando logros comunitarios para esquivar los ribetes de la crisis, la falta de oportunidades y la marginalidad, una moneda corriente en la Argentina de estos tiempos. Defensores del Chaco, la ilusión de unos pocos que terminó siendo la alegría de una gran parte del partido de Moreno.

La fundación Defensores del Chaco, una asociación civil sin fines de lucro, se trata de un espacio social, deportivo, recreativo, educativo y cultural que se instaló en los costados de Paso del Rey, ubicado entre el río Reconquista y la avenida Gaona Vieja. El territorio bonaerense corresponde a uno de los sectores del conurbano profundo y donde escasean los recursos.

En 1994, un grupo de jóvenes que lograron ganarle a los destinos de la calle y consiguieron salir adelante con la educación como bandera, soñaron con la idea de revertir esa situación en sus ex asentamientos y apostaron a formar un equipo de fútbol. Junto con otras 12 personas de la esquina, construyeron un equipo que participó de varios torneos bonaerenses y regionales. Sin embargo, con el tiempo, el sueño se volvió más grande y la misión fue construir un club de fútbol. Y después, llegó la ampliación: convertirlo en una institución social con múltiples actividades deportivas y culturales.

Con la ayuda de inversiones privadas con responsabilidad social y programar de organismos internacionales, Defensores del Chaco se volvió una realidad y hoy asisten al club miles de personas, entre ellos 1.800 chicos dedicados a la educación y el deporte. Fabián Ferraro, uno de los creadores de este sueño barrial, le cuenta a Doble Amarilla: “En el basural del barrio, que tiene casi 4 hectáreas, se colocó un cartel que decía ‘próximamente club Deportivo del Chaco’. Compramos ese basural con el apoyo de sectores que veían con buenos ojos al fútbol como objeto de transformación social. Así comenzó una historia por propia necesidad para crear una metodología de desarrollo humano muy fuerte”.

Fabián Ferraro, en la obra que le dio alegría a miles de personas en el partido de Moreno

“El proyecto lo arrancamos con Julio Gímenez, un amigo mío de toda la vida, en 1994. Fue de forma muy pequeña en una esquina y con 12 pibes que paraban ahí. Fue la década del 90, donde había mucha miseria y se generaron asentamientos y bolsones de pobreza muy grande. Ambos crecimos ahí y tuvimos la posibilidad de estudiar y formarnos, algo que es muy difícil para la gente de nuestras barriadas. El sueño inicial fue armar un equipo de fútbol e ir a jugar a distintos lados en torneos bonaerenses. Y luego empezamos a soñar con la creación del club y de un espacio deportivo”, detalla Ferraro.

Autodeterminación

Un dato sobresaliente de todo esto es que la comunidad que se desarrolla en este club tiene participación social a la hora de la toma de decisiones o la realización de obras. De alguna forma, podría decirse que Defensores del Chaco funciona como un “Estado paralelo” que se autodetermina y resuelve situaciones que no se hacen desde la política. Sin ir más lejos, forman parte del reducido grupo del 20% de la población de Moreno que cuenta con agua potable y cloacas.

“Estos trabajos se desarrollan con convenios, empresas y organismos internacionales, siempre decidiendo comunitariamente estas intervenciones”, explicita Ferraro, quien además detalla que la obra en sí misma se sostiene por un gran impulso que otorga la masa societaria.

Parte del predio de Defensores del Chaco

El método de financiación es el siguiente: los adultos mayores de 25 años pagan una cuota mensual de $1.400, mientras que el resto se compensa con aportes económico y de infraestructura de las empresas como Grupo Danone, Telecom, Syngenta y Agropark, que cuentan con áreas de responsabilidad social. Además, muchos proyectos se suelen desarrollar con la colaboración directa de un organismo internacional que trabaje sobre un programa específico. “Un ejemplo ahora es el proyecto que tenemos para la creación de una escuela para achicar la brecha digital con formación y salida laboral. También estamos intentando cambiar la cancha, que tiene un sistema de iluminación viejo y se necesita poder tener la iluminaria led”, relata Ferraro.

En cuanto a la masa societaria, suma: “Participan semanalmente 1.800 pibes para las actividades deportivas y artísticas. Además, con los programas que tenemos, desde pymes hasta ayuda directa a diferentes programas de asistencia, tenemos casi 5.000 personas”.

En menor medida, Defensores del Chaco buscó en el último tiempo poder acercarse al Estado para recibir algún tipo de ayuda. Mientras que no hubo respuesta por ningún gobierno de la Provincia de Buenos Aires, en Nación firmaron un último convenio con la Secretaría de Niñez para recibir recursos con fines educativos. En tanto, desde hace un tiempo empezaron a tener diálogo y entendimiento con la nueva gestión municipal.

El club, nacido en tiempos de pizza y champagne y en el medio de un basural, hoy cuenta con una cancha profesional habilitada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), un playón deportivo para todos los deportes, teatro para 250 personas, cuatro aulas y jardín de infantes para 100 niños, que a su vez dispone de calefacción central y baños individuales. Además, también dispone de parques recreativos y otras canchas de fútbol.

“Tenemos abuelos que vienen a realizar actividades y niños que desde muy chicos empiezan la escuela y hacen deporte. Hay también hasta talleres de tejido y actividades para todos, es una actividad comunitaria muy fuerte”, resalta Ferraro.

El terror del narcotráfico

El partido de Moreno es uno de los tantos distritos que sufre las consecuencias del narcotráfico. El consumo de droga, problemático en todas las clases sociales, perjudican principalmente a los sectores bajos, donde muchos jóvenes son rehenes de este contexto.

Sobre este punto, Ferraro, relata: “La seguridad está dada por la misma comunidad, nos conocemos entre todos. Hay un trabajo fuerte de protección. Sabemos que son barrios propicios para el fuerte desarrollo del narcotráfico”.

Y en la misma línea, agrega: “Hemos tenido diariamente problemas referidos a esta problemática social. Sin embargo, después de tantos años, tenemos herramientas para poder seguir trabajando”.

“Que un pibe pueda tener un espacio lúdico y educativo es un derecho y una gran posibilidad en su vida. Lo es por sus vínculos y por su futuro”, asegura.

No tan distintos

La remasterización de Okupas y el boom que volvió a generar en las redes sociales de Argentina evidenciaron que el problema de la calle, la marginalidad y las drogas siguen siendo igual o peor que en los 90, época donde empezó a trabajarse técnicamente sobre el concepto de “descarte social”.

En ese marco, Ferraro, que vivió y vive todos los días con este contexto, opina: “Yo creo que estamos peor que en los 90, y lo digo con mucho dolor. No sólo por la pandemia y los daños irreparables, como el caso de la educación, donde se perdió muchísimo. Lo que nivela no es el trabajo, es la escuela. No es en contra ni a favor de nadie, es una cuestión de hacer buenos diagnósticos para revertir la situación”.

Por último, y realizando una síntesis de la gran obra social, Ferraro concluye: “En Defensores del Chaco nosotros decimos que las canchas de fútbol son escuelas sin paredes. De estos pibes, quizás alguno pueda llegar a ser futbolista profesional, pero no es nuestro objetivo. Nuestra misión es que sean buenas personas y que puedan aportar al desarrollo. Acá aprendemos todo, nos vamos socializando y vamos aprendiendo. Y no lo hacemos sólo exigiendo al Estado, sino colaborando con él”.


*Podés saber más acerca de la Fundación Defensores del Chaco y de los cambios positivos que han logrado en su barrio en https://defensoresdelchaco.org.ar/