Los clubes de barrio representan, para un gran número de la población, un segundo hogar. Para otro porcentaje, es el hogar. Miles de pibas y pibes encuentran, en estas organizaciones, un refugio. En Doble Amarilla dialogamos con dirigentes, de diversas regiones de nuestro país, los cuales nos dieron detalles sobre las distintas realidades que atraviesan.

En primer lugar, Albertina Delgado, presidente de Tigre de Gualeguaychú (Entre Ríos), contó que las instituciones “nos caracterizamos en dar una mano a quien más nos necesita. Siempre estamos al pie del cañón para brindar lo mejor. Como ahora; en una situación mundial donde nos vimos afectados todos, el club dio una mano".

Asimismo, recordó que, durante el año pasado, "el deporte no se pudo practicar, pero con la vuelta a la presencialidad, con las medidas sanitarias vigentes, se volvieron a dictar los talleres laborales presenciales. En la virtualidad fue muy difícil, porque la gente que se anotaba, no tenía acceso a un dispositivo electrónico. Tenemos taller de murga para aportarle al barrio. Artes plásticas, vestuario, teatro, música y danza. Por suerte se han sumado los chicos, van con un gran entusiasmo. Esperamos conformar la murga. Además, es una buena herramienta. Para nadie fue fácil la pandemia, todas las instituciones han estado abocadas a darle una mano a quien más lo necesita”.

Un pibe más en el club, un chico menos en la calle: la realidad de las instituciones barriales en el país

Por otro lado, Bruno Hernández, presidente de Social, Deportivo y Cultural Real Madrid (Tierra del Fuego), le contó a este medio que “somos un club de barrio fundado hace 31 años en Río Grande. Nos dedicamos a la contención de los jóvenes mediante el deporte. Esta es una gran herramienta para contener".

A su vez, afirmó que "nos dedicamos a que los chicos tengan un lugar para salir de la calle. Nuestro fuerte es el fútbol. Tenemos un padrón de 650 pibes, en distintos deportes y categorías. Desde los 4 años hasta veteranos. Tanto en masculino como femenino. Estamos trabajando para seguir incorporando".

En el mismo tono, se pronunciaron dos de los responsables del Club Social y Deportivo Mármol (Buenos Aires). Su presidente, Alejandro Ipucha, manifestó: “Durante la pandemia, nuestro club cumplió un rol importante. No sólo para los chicos, sino también para cada una de las familias. Todos los meses entregamos mercadería, que eso ayuda a que los vecinos puedan solventar este mal momento. También a los chicos que practican se les da comida. Hay que salir adelante todos juntos. En ningún momento dejamos de hacer actividades, usamos mucho el Zoom. Ahora que volvieron, costó, porque hay muchos que no quieren hacer actividad, porque siguen pensando en que esto no terminó".

Un pibe más en el club, un chico menos en la calle: la realidad de las instituciones barriales en el país

Además, añadió: "Lo que hacemos es tener las actividades deportivas y metemos todo tipo de actividad para que los chicos tengan ganas de estar en el club. Hacemos sorteos, regalamos golosinas. Es una forma de que sigan viniendo y tengan ganas de estar, alejándose de otras cosas que no los ayuda a mejorar”.

En sintonía con esto, el tesorero de la institución, Marcelo Volonte, dijo: “Nos costó mucho mantener el club económicamente. Todo cerrado, imaginate… pero los socios nos dieron una mano. Cada dos meses poníamos un día para cobrar la cuota. Gente que se hizo socia en pandemia. Habíamos juntado plata para hacer una obra, pero tuvimos que invertirla en impuesto. Si bien decían que no se iban a cortar los servicios, nosotros el día que vencía, lo pagábamos. No queríamos pasar por un corte. Evitamos todo tipo de inconveniente. La plata que entra, queda acá. Se invierte. Abrimos porque había muchos chicos en la calle, no podían ir al colegio. Somos un medio de contención. Tenemos 250 chicos repartidos entre las siete actividades que tenemos”.

Ricardo Insaurralde es secretario del club Sarmiento, uno de clubes más populares de Gualeguaychú (Entre Ríos). Este institución fue fundada en 1925 por un grupo de jóvenes de 20 y 25 años entre los que se encontraban Nazario "Vasco" Altuna, Juan Ortiz, los hermanos Pablo y Clemente Goycochea, Juan Farabello, Angel Degui, Ios hermanos Candao, quienes fundaron el club que llevaría los colores azul y rojo en honor a la herrería La Estrella.

Inauguración de la biblioteca popular de la institución
Inauguración de la biblioteca popular de la institución

Insaurralde le señaló a Doble Amarilla que "somos un club más humilde, pero muy popular. En estos últimos 10 años, crecimos en disciplinas y cantidad de socios, pero siempre como club social. Este último tiempo nos llegó la pandemia, se cerraron las puertas del club. Gracias a apoyo de gente amiga y ex jugadores, se formó un comedor comunitario, que daba de comer 400 porciones dos veces a la semana, más la copa de leche".

"Se hicieron varias campañas, donde juntábamos abrigos para gente grande, niños y niñas. Mucha gente hacía changa acá. Cuando se cortó todo, mucha gente quedó sin laburo. Ahora que está regresando todo a la normalidad, esta gente que hoy sigue en el club, los niños y niñas, tienen su merienda. Cuando a alguno le falta indumentaria, tenemos un ropero deportivo, donde hacemos un trueque. Ahora nos juntamos los fines de semana para hacer algunas actividades, son 4 o 5 horas por fin de semana". 

Asimismo, agregó: "El club es bien social. Antes era mucho más deportivo. Gracias a aporte de gente especialista en materias de teatro, arte, etc… pudimos hacer talleres también, tanto en la sede como donde están las canchas de fútbol. ¿Qué haríamos sin los clubes de barrio? Son el alma de cada ciudad”.

En el Club Unión de la Rioja, atendió su presidente, Juan Fernando DíazEn diálogo con Doble Amarilla, decidió contar una noticia que es histórica para la institución, intentando dar vuelta la página después del contexto adverso: “Estamos haciendo un piso flotante de parquet espectacular. 800 metros cuadrados. Es una de las obras más grandes en la historia del club. El próximo 26 de septiembre, si todo va bien, lo podemos inaugurar. Nos va a cambiar la vida esto".

"Será la única cancha de futsal en la zona. Pudimos armarlo después de este contexto. Es un sueño hecho realidad. Si bien sufrimos mucho, esto es un paso más para salir de esta difícil situación”.

Otro de los clubes con historia en Buenos Aires es el Club Atlético Ezeiza, surgido de la fusión de dos entidades preexistentes: Sportivo Ezeiza y Juventud Unida que se efectuó el 25 de Abril de 1937. Javier Montoliú, su secretario, confesó en exclusiva que “en nuestra institución, lo más rescatable fue el trabajo que pudimos realizar entre toda la CD, profes, con el tema del desarrollo de los protocolos. Eso fue un gran laburo que hicimos en conjunto".

Un pibe más en el club, un chico menos en la calle: la realidad de las instituciones barriales en el país

"Después tuvimos que reordenar las actividades. Ciertas disciplinas tuvieron que entender que el espacio era de todos. Se le dio prioridad a la gente que estaba viniendo como socio. Con la pandemia, hubo más gente que quería asistir a los clubes sociales para salir de las casas, pero como tenemos poco espacio y pocas franjas horarias, se le dio prioridad a esa gente. De a poco se van incorporando nuevos socios. A nivel deportivo, nos ayudó para organizarnos", explicó.

En tanto, "a nivel organización de secretaría y CD, arreglamos algunos temas edilicios, administrativos… lo que deseamos y esperamos es que, como todos, esto se pueda ir abriendo un poco más para que más chicos puedan venir. Son muchas personas las que quieren ingresar al club porque los chicos están esperando eso. Estuvieron mucho tiempo encerrados, la familia lo necesita. Los chicos encuentran en el club un lugar para despejarse. Incluso por las escuelas que estuvieron cerradas. El trabajo que hicimos en conjunto fue muy positivo para poder sobrellevar la pandemia", cerró.

El Club A. Quiroga se fundó el 1º de mayo de 1917, con la unión de varias entidades: el Club Social Juventud Unida, y lo equipos de fútbol que integraban los ferroviarios, Sarmiento, Rivadavia y otros. La primera comisión directiva fue presidida por el convecino Juan Maccari. 

Un pibe más en el club, un chico menos en la calle: la realidad de las instituciones barriales en el país

Actualmente, el presidente es Facundo López, quien se tomó unos minutos para charlar con este medio y subrayó que "cumplimos una función muy importante, tanto institucional como deportivamente. Somos el único club en el pueblo, donde todas las chicas y chicos encuentran un lugar para practicar y divertirse. Tenemos fútbol, vóley, básquet... en esta época nos vimos muy afectados, porque no podíamos tener eventos. Sin embargo, toda la masa societaria aportó económicamente para subsistir".

Sobre el final, Sebastián Rajoy, titular del Club Atlético Unión de Suburbio de Gualeguaychú (Entre Ríos), no ocultó su tristeza, pero contó una historia de resiliencia: “Pasamos un año durísimo. A pesar de lo complicado que fue, hemos podido desde el club, a través de muchísima gente que se comprometió, arrimar donaciones".

Un pibe más en el club, un chico menos en la calle: la realidad de las instituciones barriales en el país

"Llevamos tres días de ollas populares en el club. Viernes, sábado y miércoles. Eso contenía a mucha gente que estaba con necesidades. Así pasamos la pandemia en el club. Estuvimos prácticamente con 0 actividades deportivas. En los momentos que habilitaban, podíamos practicar, entrenar, siempre con protocolos sanitarios. Mucha fuerza de pulmón. Nos cuesta muchísimo”, sentenció.

Lo cierto es que los clubes son y serán, para gran parte de la población, un lugar de contención. De eso no hay dudas. Sobre todo, un sitio donde se forja la identidad, los valores y la cultura. Debe rescatarse y revalorizarse. Porque, como dijimos, un pibe más en el club, es un chico menos en la calle.