Entre el 3 y el 7 de enero, todos los planteles de Primera División iniciaron la pretemporada, una "etapa clave" para comenzar a edificar lo que será un extenso 2022. Sin embargo, en apenas diez días de entrenamientos ya se registraron más de 235 contagiados.

Planteles diezmados por el virus, contactos estrechos permanentes y recuperaciones prolongadas. En este contexto adverso, los preparadores físicos de cada club cumplen un rol fundamental. Con ingenio, variantes y alternativas, planifican los entrenamientos acorde a las circunstancias durante un enero que resultará interminable.

"Estuvimos en Arsenal en agosto del 2020 y adquirimos la experiencia de entrenar con contagios, jugadores aislados. Hoy tenemos un grupo que está haciendo una burbuja en Santiago del Estero con un grupo de juveniles. Los chicos que dieron positivo y están con síntomas y otros sin síntomas", cuenta Javier Carnero, PF de Central Córdoba.

Cuando se le consultó sobre los contactos estrechos, detalló que "entrenan en una cancha distinta, con otro profe. Vamos buscando alternativas para poder entrenar este mes clave, justo en un momento donde la ola de contagios está muy alto. Siempre priorizamos la cuestión sanitaria. Lo bueno es que es menor el tiempo que deben estar aislados, por el avance de la vacunación. Vamos buscando alternativas, otra cancha, otro predio... Cuando el jugador está sano, buscamos sumar doble turno para que igualen la cantidad de entrenamientos que hizo el plantel en general".

Atravesamos una situación que genera modificaciones permanentes y, en ese sentido, Carnero asegura que "teníamos programado hacer la pretemporada en Balcarce, pero tuvimos que recurrir a un plan B y hacer la pretemporada en Santiago. Acá se complica mucho por el calor. Tenemos que entrenar muy temprano a la mañana y muy tarde a la noche. Tenemos que ir a Buenos Aires la semana que viene, pero lo vemos muy difícil por la cantidad de contagios. Incluso hay planteles que no se llegan a completar, entonces lo veo complicado. Recurrimos al ingenio y buscamos otros planteles para poder hacer amistosos, para que los jugadores tengan roce". 

En coincidencia con ese relato, Marcelo Frezzini, otro de los profes de Primera División, con vasta trayectoria, cuenta: “Los trabajos son totalmente diferentes, obviamente estuve en ese proceso de pandemia, el retorno fueron trabajos más que nada individuales, en los cuales en ese momento, con protocolo, cada jugador tenía su pelota, su bandita elástica, su bebedero, su colchoneta. Se hizo difícil porque uno está acostumbrado a la sociabilización del grupo, pero nos fuimos adaptando. Con respecto a los trabajos, tuvimos que readaptarnos a trabajos grupales o individuales".

Y confiesa que todo fue posible "gracias a dios tuvimos los elementos necesarios para poder trabajar con todos los grupos y se pudo llevar a cabo lo planificado. Con respecto a las burbujas, nosotros nos manejamos de la siguiente manera: en ese momento, por la cantidad de jugadores, armamos cuatro burbujas, que trabajaban según horarios". Y cerró: "Con el tiempo, de cuatro grupos pasamos a dos, siendo más numerosos. Después del mes de trabajo, según como venían los testeos, pudimos empezar a trabajar con todo el grupo. Ya con dos grupos se podía compartir la pelota, lo que facilitó el trabajo en equipo. Se hizo un poco más real a lo que es el juego”.