Torneo Argentino: tras la muerte de Grondona, la transición eterna
Uno de los tantos debates que se da en el fútbol argentino es la forma de disputa del torneo de Primera División. La transición eterna que comenzó con la muerte de Grondona desembocó en este híbrido de una sola rueda pero con 30 fechas.
Cuando el primer torneo de Transición iniciado tras la muerte de Julio Humberto Grondona irrumpió en el fútbol argentino y cortó la hegemonía del sistema Apertura-Clausura que reinaba hacía 24 años comenzó la debacle por la decisión de ascender repentinamente diez equipos de la B Nacional a Primera para un torneo “más federal” en 2015. En aquellos tiempos hubo voces optimistas que auguraban un enorme negocio que enriquecería a todos: las apuestas. Ese mercado que tanta polémica trajo en ligas europeas (llevó a Juventus a la Serie B en Italia) jamás se abrió en el fútbol argentino y cuando el luto por el fallecimiento de Don Julio acabó, todos los dirigentes empezaron a reconocer que el torneo de 30 había sido “una mala idea”.
La transición que hasta el día de hoy se vive en Primera División sin un formato que logre establecerse como definitivo derivó en un torneo híbrido entre los cortos y los Metropolitanos que se disputaban en los años ’80 con un formato igual al de las mejores ligas del mundo: 18 o 20 equipos en primera y dos ruedas. Con el obstáculo de esos diez equipos que sobran en la Primera División, la AFA en su momento encabezada por Luis Segura determinó que esta temporada que se disputará entre agosto y mayo (terminará casi en junio por el paro) sea de una sola rueda de 30 fechas con un encuentro entre sí de todos los equipos y la repetición de los “clásicos” en una fecha sin igual durante la que se juegan duelos históricos como Boca-River y Racing-Independiente pero también Aldosivi-Olimpo.
Del desembarco de la Superliga aún no se sabe demasiado en cuanto a formato de juego y fechas, pero este híbrido que se está disputando actualmente forma parte de una transición eterna. Primero cambiaron los Apertura y Clausura por Inicial y Final para derivar en el ya mencionado “torneo largo” de 30 fechas que ganó Boca en 2015 y tuvo como atractivo una liguilla para definir los clasificados a las copas.
Al darse cuenta de que ir en contra del calendario de las ligas que se llevan a los mejores talentos del país no era conveniente, los mismos dirigentes que votaban a voluntad de Grondona cranearon un certamen insólito que dio lugar a otra transición. Se disputó entre febrero y mayo de 2016 con dos grupos de 15 equipos cada uno que finalmente ganaría Lanús en la final contra San Lorenzo, a la que accedieron por ser los primeros de cada zona.
El segundo semestre del año pasado volvió a comenzar con un torneo largo, otra vez de una sola rueda que tuvo un parate de 80 días entre diciembre y marzo por la huelga de futbolistas. Aunque se habla de la Superliga, nadie sabe qué hay en el horizonte del fútbol argentino. ¿Cambiará el sistema de disputa? ¿Habrá más descensos para volver más rápido a los 20 equipos? ¿Desaparecerán los promedios? Estos interrogantes deberían tener una respuesta en cualquier país con una federación de fútbol coherente, pero increíblemente el deporte al que mejor jugamos es el que peor organizado está.