(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) La expectativa por el partido era mucha. Desde que terminó la ida en Avellaneda, hinchas de River y de Independiente sólo tenían puesta la mente en este encuentro. En la que para muchos era una final. En esos 90 minutos que quedaban por jugarse y que podían definir el semestre de cada equipo.

Monroe y Av. Libertador, el punto de encuentro de los fanáticos millonarios fue copado desde el mediodia. Camisetas rojas y blancas, banderas, gargantas coloradas de alentar desde tan temprano. Asi se vivió toda la previa hasta el inicio del partido: eufóricos, esperanzados y motivados por llegar a una nueva semifinal de Copa Libertadores.

19.29 hs el árbitro brasileño Anderson Daronco dio inicio al juego y el verde césped era lo único que importaba, las miradas de los más de 60 mil hinchas riverplatenses estaban puestas ahí, aunque también jugaron su propio partido. River, con una formación extraña e inédita (Scocco, Borré y Pratto adelante) arrancó con convencimiento, 15 minutos incisivos, intensos de presión alta y quite. Tuvo varias llegadas al arco de Independiente, que hicieron levantar al público local pero Campaña apareció cuando tenía que aparecer.

Luego de esos minutos, River bajó la intensidad e Independiente aprovechó y empezó a jugar como nos tiene acostumbrado. Presión en el medio, recuperar la pelota y salir rápido de contra. Con un dubitativo Maidana, el Rojo supo ver las falencias y se acercó al arco de Armani pero sin claridad. Cuando promediaba la primera etapa, una polémica jugada de Pinola paralizó Nuñez. ¿Qué pasó? Cuándo quiso despejar el balón, se llevó por delante al delantero Benítez, "sin intención pero lo toca", como reconoció Gallardo en conferencia. ¿Pudo haber cambiado el trámite del encuento? Si, probablemente porque podría haber cobrado penal a favor del visitante y roja para el defensor Millonario, pero el árbitro optó por el famoso "aquí no ha pasado nada". Tampoco le consultó al VAR. Así fue el primer tiempo, con idas y vueltas de ambos equipos, muy cortado por decisiones del juez y con algunas aproximaciones. El muñeco y los hinchas de River, preocupados porque sólo quedaban 45 minutos.

Ya en la segunda parte, las energías se renovaron. El aliento era el mismo con el que había arrancado el partido y River se mostraba igual que los primeros 15 del PT, ilusionado y con juego. Y asi, a los 2 minutos Borré agarró mal parado a la defensa del Rojo, se la dio a Scocco y éste la acomodó contra un palo para que el Monumental estalle y grite el primer gol de la noche. A partir de ese momento, River tuvo un rato más de un nivel superlativo, de dominio y presión. Pero minutos mas tarde, por primera vez en la noche, Núñez quedó más oscura que nunca: a los 9' Gigliotti (que había ingresado en el ST) le ganó en carrera a Maidana, le pegó al arco y en un rebote, Silvio Romero aprovechó y metió el empate. Baldazo de agua fría para todo River. 

Aunque los de Gallardo querían, no podian. Independiente por unos instantes fue más, controló la pelota y llenó de dudas al equipo local. Pero el Muñeco sacó su as de espada, puso en cancha a Quinteros y renació la ilusión de los hinchas de River en el Monumental.

A los 23 minutos, tras un quite de Palacios y una exquisita definición del colombiano, el Millonario se puso en ventaja y el marcador quedó 2 a 1. Las 60 mil almas vestidas de rojo y blanco gritaron el gol fuerte, tan fuerte que se escuchó hasta en La Boca.

Golpe duro para los de Holan. Una vez más Gallardo le ganó al técnico rival desde la táctica, por leer bien el juego. A partir de ese tanto, River se adueñó del partido y mostró el caracter que tanto remarcó Pratto antes del Superclásico por la Superliga. A los 40, Borré cerró un buen partido con un golazo desde afuera del área y dio por terminada la serie con un contundente 3-1. Alivio. Eso sintieron Gallardo, los jugadores y los hinchas que festejaron los últimos minutos cómo semifinalistas de una nueva Copa Libertadores.

A pesar de la derrota, cabe destacar el trabajo de los de Avellaneda. Le jugó a River de igual a igual durante los 180 minutos, con sus errores y virtudes, demostró ser un rival de jerarquía. Pero se encontró con Gallardo en el camino,  el que sigue haciendo historia grande en River. Por segundo año consecutivo pone al equipo entre los mejores cuatro de América.