El chiste parece que no le va a resultar tan gracioso a la Brujita. Hace poco más de un mes, uno de sus bastiones y hombre de confianza en el Pincha, Agustín Alayes, renunció a la dirección deportiva del plantel superior para no terminar distanciado de quién considera su amigo del alma: Juan Sebastián Verón. El doble esquema de jugador y presidente, un caso único en el mundo del fútbol, lo único que hizo fue ahondar las diferencias con varios integrantes del oficialismo, quienes ya miraban de reojo al ex futbolista de la Selección por su poco apego a compartir o delegar las decisiones.

Alayes sufrió en carne propia ese problema. Tanto es así que obraba de colchón entre los dirigentes que por lo bajo critican al presidente y el propio Verón, de quien no sólo es amigo sino vecino de country. El estilo personalista y poco abierto al resto de los directivos desbordó a los otros integrantes de la Comisión.

Encima, la oposición no da pie con bola. Nadie asoma la cabeza y así, interpretan todos, con muy poco, la Brujita tendría allanado el camino a otro período dirigencial. Obvio, habría que ver si a estas dos labores no le suma el cargo de director deportivo de las Selecciones Juveniles de la AFA. Y ahí sería  cartón lleno. 

Además, en el frente interno también le asoman dos granos. El más importante: uno de sus vicepresidentes, Pascual Caiella, lo convenció de que lo mejor era aceptar un cargo para el club en la lista de la AFA, marginándose así de ocupar algún lugar de decisión en la Super Liga que encabezarán Tinelli D'Onofrio. Caiella es el pintoresco abogado -especializado en actividades y litigios gremiales- que no pudo fiscalizar con eficiencia los papelito de los votos del fatídico 38 iguales. Fue tan fuerte ese golpazo recibido que, hombre responsable y serio al fin, no hay noche en la que apoye la cabeza en la almohada sin que no recuerde ese bochorno. Y, por supuesto, el blooper lo tortura.

Caiella está siendo observado por la Brujita. En su rapada cabeza ronda el alerta de que quien no direccionó la mejor decisión y que se movió más por posicionamiento personal que por conveniencia de su club. De ahí la guardia alta de la Brujita.

En este año electoral, tener tantos frentes abiertos no es algo que le encante a Verón. Aunque su imagen impoluta, con una administración prolija pero polémica en lo deportivo -todos le reprochan lo mal que ha elegido a los entrenadores (Pellerano, Milito y Vivas)- aún lo mantienen en lo más alto del candelero. Es el resultado de ser ídolo del terruño. Por más que su idolatría no alcance para hechizar a la totalidad de los fieles.