(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) La foto del final es muy fuerte y se impone cómo una sentencia. River terminó el año ganándole la Copa Libertadores, en la cara, a Boca. Imposible que a algún hincha del “Millo” el 2018 le traiga algún recuerdo malo, pero lo cierto es que no todas fueron buenas para el club de Núñez. Fueron 12 meses superavitarios en lo deportivo, con 2 títulos, un largo invicto y con competencia de largo aliento también en Copa Argentina. En lo económico, River no pudo gambetear el factor dólar, ni tampoco la realidad del país. El éxito deportivo, al final del día, terminó por equilibrarle la balanza económica.

El año de la Gallina

Según el horóscopo chino, este fue el año del Perro. No es por ir en contra de Ludovica Squirru, ni de los astros, pero más bien fue el año de la Gallina. El 2018 deportivo de River empezó el 31 de octubre de 2017, cuando Lanús lo eliminó de la Copa Libertadores 2017 en semifinales. Esa misma noche, quejas del VAR mediante, River empezó a trazarse el 2018 con una palabra en la frente: Revancha. 

El 24 de febrero de este año, con gol de Robertone, Vélez venció 1-0 a River en Liniers. Fue la última derrota del equipo de Marcelo Gallardo hasta el 19 de octubre, cuando cayó 0-1 ante Colón. En el medio pasaron 32 partidos sumando todas las competencias, incluido el quiebre del 14/3, cuando venció a Boca en Mendoza, en la final de la Supercopa Argentina. Esa victoria le cargó el tanque y le permitió liberarse del golpazo en el Sur, del año anterior.

La Copa Libertadores que firmó River fue brillante. No perdió como visitante, jugó 7 partidos en esa condición, uno como neutral y otros 6 como local. En el fase de Knock Out, post Mundial, River superó, en fila, al puntero actual de la Superliga (Racing), al campeón defensor de la Copa Sudamericana (Independiente), al Campeón defensor de la Copa Libertadores (Gremio) y al bicampeón de la Superliga y su máximo rival (Boca). Marcó 13 goles y recibió apenas 6. Fue la cuarta Copa Libertadores de su historia, la segunda en cuatro años y con el sabor de habérsela ganado a Boca. Victoria que hizo pasar casi desapercibida la no obtención de la Copa Argentina (perdida ante Gimnasia en semifinales por penales) y el tercer puesto en el Mundial de Clubes, tras caer ante Al Ain por penales y golear al Kashima Antlers.

Otra pata del aspecto deportivo exitosa fue la promoción de juveniles, que se han ratificado en Primera. Los casos más resonantes son los de Lucas Martínez Quarta, que pide pista para reemplazar a Jonatan Maidana muy pronto y Exequiel Palacios, que ya encandiló al Real Madrid y que firmó un gran 2018. Atrás asoman Julián Álvarez, delantero de condiciones interesantes que terminó jugando la final ante Boca de la Libertadores, la semifinal de Copa Argentina, partidos por la Superliga e incluso el tercer puesto por el Mundial de Clubes. Todo proyección lo del “9”, que tendrá más acción en 2019. En el mediocampo, aparecieron Santiago Sosa, volante central y Cristian Ferreira, enganche o volante creativo, que convirtió un auténtico golazo ante Aldosivi. A ellos hay que sumarles a Kevin Sibillle, Nahuel Gallardo, Lucas Beltrán y Benjamín Rollheiser, además de algunos otros nombres que irán apareciendo en un año en que River tendrá quintúple competencia con la Superliga, la Copa de la Superliga, la Recopa Sudamericana, la Copa Argentina y la Copa Libertadores de América.  

Año perfecto ante Boca

La yapa del año, al lado de los dos títulos conquistados, es el rendimiento del plantel ante Boca. Lo venció en cuatro oportunidades y empató la restante. Fue 1-0 en Mar del Plata (Santos Borré), 2-0 en Mendoza por la Supercopa Argentina (Pity Martínez-Ignacio Scocco), 2-0 en La Bombonera, por la Superliga (Pity Martínez- Ignacio Scocco) y 3-1 en Madrid, en la final de América (Pratto, Quintero- Pity Martínez). La única no victoria fue el 2-2 clave por la ida de la final de la Copa, en La Boca, con tantos de Lucas Pratto y Carlos Izquierdoz, en contra de su propia valla. 

Lo financiero, entre grises y vaivenes

El año de River en lo financiero no fue del todo bueno. El club no pudo sacar el fideicomiso, su proyecto para activar el cash flow necesario para que el club funcione. Erogó mucho dinero en las contrataciones de Lucas Pratto (€11,500,000) Franco Armani (u$s 4.000.000), Bruno Zuculini (€3,250,000 por el 60% del pase) y Juan Fernando Quintero (Préstamo de u$s 350 mil y se hizo uso de la opción de €3,250,000). Gastos que terminaron justificándose con la obtención de la Copa, pero que han hecho un profundo hueco en la economía del club. El éxito deportivo, que se tradujo en que el club ganó más de u$s 15 millones en premios, terminó por equilibrar un poco las finanzas. 

A este aspecto, hay que sumarle la cuestión de que River terminó su vínculo con BBVA, en junio de 2018 y no pudo conseguir otro sponsor para su camiseta. Según averiguó “Doble Amarilla”, el club lleva cinco meses en medio de negociaciones con “Turkish Airlines” y esperan tener ese lugar ocupado para el primer semestre de 2019. Pero ha dejado de ganar un buen dinero en la mitad de 2018, eso sumado a la no salida del fideicomiso, las erogaciones en refuerzos y contratos del plantel dolarizados, configuraron un panorama lejos de la solidez económica. Pero logró surfear las olas del 2018 y terminó con una gran alegría que condujo a otra, porque la clasificación a la Copa Libertadores 2019, le suma dinero en premios y revaloriza (aún más) a su plantel. River jugará ese torneo como defensor del título.

La muerte de Cascio, el ascenso de Di Carlo y el posicionamiento de D’onofrio

En lo dirigencial, River sufrió un duro golpe con la desaparición física de su vicepresidente segundo, Guillermo Cascio, amigo personal de Rodolfo D’onofrio y parte de la gestión desde el inicio. El club cerró filas y propició el ascenso de Stefano Di Carlo, que se convirtió en el vicepresidente más jóven en la historia de River. Di Carlo maneja la pata de prensa y educación del club y dicen en los pasillos de Núñez, es “el futuro” presidencial de River.

En lo global, River vivió otro año alejado de la conducción de la AFA y haciendo pie en la Superliga, donde ostenta una de las vicepresidencias gracias a Jorge Brito, su vice primero. Pero de Viamonte, el “Millo” sigue alejado. D’onofrio y Tapia no terminan de lograr el acercamiento. Por mandato histórico, a River le corresponde un lugar de importancia en la mesa chica del Comité Ejecutivo, lugar que perdió cuando a través de su presidente decidió apoyar el proyecto del Tinellismo. Lugar que aún no recuperó.

Para Rodolfo D’onofrio fue un año de mucha rosca. Mucha. No sólo a nivel futbolístico, dónde consiguió más preponderancia en FIFA, donde forma parte de la Comisión de “Grupos de Interés” desde enero de 2017, si no también a nivel nacional. En julio se entrevistó con Mauricio Macri en la Casa Rosada y, meses después, en octubre, D’onofrio blanqueó que está impulsando un nuevo espacio político, lejos de la política partidaria y en compañía de Juan Carr y Facundo Manes, entre otros integrantes. Queda la incógnita de cómo jugará en el 2019, año de elecciones nacionales y en los que habrá que ver si su apellido llega a alguna boleta. 

Dos temas espinosos de cara al 2019

Uno estalló a mediados de año, el otro, en paralelo a la Superfinal. El segundo es el más complejo y el primero es el más importante. Se trata de la caída de “Caverna” Godoy con 300 entradas para la final malograda ante Boca en su poder. Entradas que aún no se sabe quién le dio y una cuestión por la que River deberá responder: o bien conseguir desmarcarse de la responsabilidad o bien ver de qué manera afrontará el hecho de tener gente dentro del club jugando para la barra. El club se puso a disposición de la Justicia de inmediato. Godoy fue allanado el 23 de noviembre, un día antes del malogrado partido en Núñez. Además de las entradas (que eran para el ingreso de LBDT) tenía en su poder $ 7 millones, posiblemente, dinero proveniente de la reventa.

El otro tema que marcará a fuego la agenda interna de River tiene que ver con el Monumental y la decisión que el club debe tomar: remodelación o mudanza. Desde la CD deben dar el debate, a sabiendas que es el único tema dónde, hoy, pueden disgustar a los socios o hinchas. No hay manera que todos queden conformes con lo que se decida. Ambas posturas suman adeptos, están los que hablan de guardar el romanticismo en un rincón y armar un nuevo estadio moderno y techado. Los más nostálgicos quieren que el Monumental se remodele sin salir de su sitio. 

Y más allá de nostalgias y modernidades, hay otra realidad. River es un monstruo: en el interior del club se desarrollan cientos de actividades y también tiene lugar un instituto de nivel inicial, primario y secundario y en las inmediaciones están el Museo River y también la pujante Universidad River. ¿Dónde se muda todo eso? ¿Dónde podría ser local River mientras se remodela el estadio? ¿Cómo financiaría River esa obra cuasi faraónica con una economía que no es sólida por el contexto del país?

Son todas preguntas que se comenzarán a responder a lo largo de 2019, mientras intenta seguir por la senda del éxito deportivo y mientras su presidente, Rodolfo D’onofrio, termina de mostrar sus cartas. Será un año movido en el Monumental.