(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) El dólar atraviesa el ancho y largo de la economía argentina y la industria del fútbol no es la excepción. No es una variable más, es central en momentos que los clubes tienen hoy una fotografía económica y financiera mucho más ordenada que la que tenían años atrás cuando el Gobierno decidió asfixiarlos incumpliendo los pagos del contrato de Fútbol Para Todos. La divisa estadounidense es tan trascendente, que el mismo billete maldito para muchos, es el responsable de la mejora en algunos balances.

¿Cómo es esto? Es que el alza del dólar es buena y mala para los clubes. En este análisis vamos a centrarnos en los clubes de Superliga. Hoy la matriz económica de las instituciones medianas y chicas está pesificada casi en su totalidad. En el cash flow, las erogaciones en dólares son menores y se concentran en unos pocos rubros. Algo diferente es la situación de los clubes grandes como River, Boca, San Lorenzo, Racing e Independiente, principalmente, ya que el dólar tiene más incidencia debido a que muchos contratos salariales están anclados en esa divisa. Es cierto que desde el año pasado cuando sufrieron un duro golpe con la devaluación de mitad de año, empezó un plan masivo de renegociación para poner tope a esos contrato. Igual, clubes como River o San Lorenzo lo sufrieron fuerte y lo pagaron caro en sus balances.

Hay un punto central en el que los clubes se ven beneficiados por cada escalada del dólar. Las instituciones exportadoras de futbolistas tienen un fuerte ingreso de dólares producto de la venta de jugadores, mientras que el grueso de sus gastos son en pesos. Ya con el dólar arriba de $45 y con un mercado global de transferencias que sigue sin encontrar su techo, cualquier buena venta puede ordenar rápidamente los números de un club, principalmente en los medianos y chicos que no tienen que hacer frente a una alocada carrera por refuerzos ni tienen que seducir a grandes figuras con sueldos en divisa extranjera.

Ahora, decir que el alza del dólar beneficia a los clubes es una visión parcial. Una devaluación mueve no sólo los precios de productos dolarizados, sino de toda la economía. A la inflación de 4,7% que marcó el mes de marzo, va a haber que sumarle el impacto de la devaluación de hoy y la presión que eso genera, por ejemplo, en las paritarias de sus empleados. Los clubes (como toda industria exportadora) saben claramente que la suba del dólar no da una sonrisa completa y repiten aquel viejo axioma de “la teoría de la manta corta”, donde si te destapas los pies te queda afuera la cabeza y viceversa. En criollo, hoy un dólar alto los beneficia si venden jugadores y les permite licuar costos en pesos (incluidos salarios), pero en un contexto económico recesivo que siempre los golpea por otro lado.

Es por eso ante esto es bueno repasar 9 ítems donde la megadevaluación se hace sentir en el fútbol

Como ya dijimos hoy en los clubes medianos y chicos los gastos en dólares no representan más de 10% de sus erogaciones mensuales. Los pagos que tienen que afrontar los clubes en divisas extranjera se concentran en rubros como viajes internacionales, semillas para el sembrado de campo de juego, elementos médicos, productos de infraestructura (construcción) y algunas erogaciones por transferencias. 

En los clubes grandes la cuenta es diferente y el porcentaje sube considerablemente porque la mayoría de las figuras cobran en dólares o tienen contratos en pesos, pero que se mueven al ritmo de la divisa estadounidense. Sin este gancho, sería imposible retenerlos en este mercado. Acá hay dos diferencias. Hay instituciones que al hacer los contratos le ponen un techo a la cotización y en caso que se dispare el precio del dólar, renegocian mano a mano con los jugadores, mientras que hay otras que directamente aceptan pagar en billetes verdes. Estas son las que hoy están más complicadas ya que tienen poco margen para negociar.

Un dólar alto tiene un efecto irrefrenable y que impacta al producto de Superliga: es muy difícil retener a los cracks o repatriar figuras por dos motivos clave. Por un lado, a la mayoría de los clubes se les hace imposible competir con salarios en dólares y es por eso que no sólo el fútbol europeo, chino o asiático pasa a ser un destino económicamente atractivo para el jugador. Con ese criterio, México, Colombia, Chile, Brasil, EEUU, Canadá pueden darle al futbolista sumas que acá no podría cobrar jamás.  

Por otro lado, no deja de ser una tentación para los clubes vender a sus joyas. Hoy el mercado global está en un momento donde los valores de referencia son grises. Hay quienes advierten que en algún momento va a explotar una burbuja porque se manejan precios de venta de jugadores exorbitantes en el mundo, pero los ingresos globales de las grandes ligas están estancados. Para un club argentino mediano, vender hoy a un jugador a U$S 4 millones (hoy bastante razonable), le representa un ingreso de $190 millones. Si tenemos en cuenta, que esas instituciones tienen erogaciones anuales presupuestadas en torno a $270 millones, hoy estarían cubriendo el 70% del dinero que necesitan en caja durante un año con sólo una venta. Hoy muchos de esas clubes tienen en sus planteles de Primera jugadores tasados (y con cláusulas de rescisión) por arriba de los u$s 10 millones. Esas joyas, hoy te sacan de cualquier problema durante unos cuantos meses.

Ante este panorama la realidad del próximo mercado de pases es: pocos refuerzos resonantes y probablemente ventas masivas.

Hoy los ingresos en dólares de los clubes llegan principalmente de dos maneras: por la venta de jugadores y por el cobro de los premios de los torneos internacionales (Copa Libertadores, Sudamericana, Recopa y otras). Algunos clubes también cobran en dólares algunos sponsoreos, pero no son la mayoría.Esta temporada 12 equipos de Superliga clasificaron a copas de Conmebol. Es decir, más de la mitad de los participantes del torneo de Primera División juegan estos torneos internacionales. Encima la Confederación Sudamericana es cada vez más agresiva en cuanto a los premios. Un ejemplo es que el año pasado River, como vencedor de la Copa Libertadores, se llevó el doble que lo que ganó el campeón del año anterior.  El campeón recibió u$s 6.000.000. Si se suma lo cosechado a lo largo de todo el torneo, se hizo de u$s10.800.000. Para este año Conmebol elevó los premios a niveles récord. Esta vez el campeón se quedará con u$s 12.000.000, el subcampeón ganará u$s 6.000.000 y cada equipo que disputó la fase de grupos que quedó con u$s 3.000.000. 

Esto hace que se acreciente el apetito por las copas internacionales en detrimento del torneo local. Este no es un problema casero, en Europa ocurre lo mismo. Hay una pelea de las principales ligas con UEFA ya que consideran que los equipos priorizan la Champions League y la Europa League respecto a los campeonatos locales debido a los premios que pagan esas megacompetencias. En Argentina pasa lo mismo y, siendo abismal la diferencia entre premios en pesos y en dólares, el interés por las copas va a ser mucho mayor. 

En su momento se festejó con bombos y platillos en nuevo contrato de TV, pero como ya contamos algunos dirigentes están disconformes y buscan que Fox y Turner no se limiten al simple ajuste que hacen cada 6 meses. Hoy el número que fija la indexación de ese contrato se define según el IPC (inflación) o el alza en el abono del cable, siempre tomando el porcentual más alto. Con un dólar a $47 y un contrato que se actualiza en pesos, si lo medimos en dólares, los desembolsos que hacen las dos cadenas de TV quedan muy lejanos hasta de lo que se percibía durante el Futbol Para Todos. La cuenta es sencilla, el último monto destinado en el FTP fue de $1.634 millones para el año 2015. En ese momento, el dólar costaba entre $8,70 y $9,20, es decir que el conjunto de los clubes recibió ese año el equivalente a unos u$s 185 millones. Claro, que hay que aclarar que en esa época era una odisea para los clubes hacerse de los billetes verdes ya que regía a pleno el cepo cambiario. Este año los ingresos de Tv que se derramen entre los clubes serán de $3.900 millones. Si tomamos un dólar promedio a $43 son sólo u$s 90 millones.
 

Otro punto interesante tiene que ver con que, bajo este contexto, los clubes pueden llegar a poner en pausa toda invasión en infraestructura. Desde proyectos faraónicos como los de San Lorenzo, River y Boca de renovar o mudar sus estadios hasta decisiones más modestas como ampliar un quincho, hacer una pileta o comprar equipamiento importado.

En ambos casos el alza del dólar no es el único factor que justifique un stand by. La suba de tasa interés de referencia que el Banco Central elevó a más de  70% es letal para cualquier financiamiento racional y a largo plazo. Hoy conseguir un crédito blando para un mega proyecto es impensado en una economía que maneja esas tasas. Pero tampoco es viable endeudarse en dólares o pesos para compras menores de infraestructura. Ya lo padeció Estudiantes con la construcción de su estadio en un contexto malo, pero no tan desfavorable como el actual.

No es casual que clubes grandes sufran a la hora de negociar con sus main sponsors. El mercado publicitario es siempre uno de los primeros en sentir las crisis ya que, en estos contextos, las empresas recortan sus inversiones en marketing casi como acto reflejo. Ante un mercado deprimido se plantea otro problema: esas instituciones tienen tarifados en dólares estos sponsoreos, a diferencia de los clubes medianos que tienen pesificados sus espacios publicitarios. River e Independiente son quizás los casos más emblemáticos del presente. Estudiantes también inició el año sin publicidad en su pecho.

Pero no sólo pegó en quienes aspiran a sponsoreos dolarizados ya que las empresas locales que apostaban al fútbol también empezaron a desaparecer. Según un informe de HAVAS, la pauta publicitaria enfrenta otro año complejo. La expectativa en el mercado es que la inversión aumente 20% en términos de facturación, pero quedará muy por debajo del 31% de aumento en las tarifas de medios pronosticado para este año. La depresión en las ventas y el congelamiento de la economía pega de lleno en la publicidad y, según HAVAS, las marcas estarán "conservadoras". 

Claramente en un año electoral, la expectativa es justamente un aumento en las pautas políticas, ya sea en campañas o en pauta pública y ahí es donde los clubes tienen una oportunidad. En la última campaña presidencial el gasto fue de $1.033 millones y ahora se espera que ese monto trepe a los $4.000 millones. Ante este panorama muchos clubes están recurriendo a sponsors del sector público como bancos provinciales, municipios o gobiernos.

Más allá de los sueldos de los jugadores, los clubes afrontan una masa salarial que se mueve por otro camino diferente. La mayoría de los empleados están representados en el gremio UTEDYC. La última paritaria firmada en diciembre marcó un aumento de 23% pagadero en cuatro cuotas: 7% con los sueldos de junio, 8% en septiembre, 4% en noviembre y 4% en enero de 2020. Además, el acuerdo estableció que en noviembre se aplicará una cláusula de revisión  del convenio  por el cual las partes pueden renegociar una recomposición adicional en caso que la inflación supere 23%. Teniendo en cuanta que sólo en el primer trimestre el alza de precios fue de 11,8% todo indica que las paritarias se reabrirán.  

Sin embargo, para los clubes que administraron bien sus ingresos en dólares y no salieron a hacer contratos fastuosos en divisa extranjera, cualquier suba renegociación de la paritaria se licúa rápidamente con las violentas devaluaciones.

El último aumento de entradas anunciado por AFA llevó el valor de ticket de referencia de una entrada popular de Superliga a $400. Día a día los presidentes de clubes de Superliga y tesoreros relatan cómo cayó el aforo, principalmente en esta Copa de la Superliga. Partidos como el de Newell’s y Gimnasia del pasado fin de semana llamaron la atención en las dirigencia por la escasa concurrencia. Es por eso que la presión para que vuelvan los visitantes es cada vez mayor. Los presidentes saben que si se suben más las entradas, la gente desaparece de los estadios porque como en cualquier crisis económica lo primero que se recortan son los gastos de esparcimiento.

A esto hay que sumarle que las devaluaciones tiran para abajo el valor del ticket medido en dólares. Un simple ejemplo, el valor de la popular aumentó en febrero de 2018 de $250 a $320. Cuando se decidió cobrar $320, el dólar cotizaba en torno a $20, es decir que la entrada general pasaba a costar u$s 16, en un claro contexto de atraso cambiario. Ahora que cuesta a $400 y tras una brusca devaluación que lleva al dólar por encima de $47, ese ticket en dólares tiene un valor de u$s8,5, es decir la mitad que hace un año. Como vemos los ingresos en pesos de los clubes, siempre le corren muy de atrás al dólar.

Otro item más controlable para los clubes pasaron a ser las deudas en pesos. Hoy con dólares en mano, esas deudas pesadas se convirtieron en controlables.

La suba del dólar impacta de diversas maneras algunas positivas y otras negativas. Sin embargo, lo que hoy preocupa más a los clubes tiene que ver con la recesión que se profundiza y que rápidamente se traduce en menores ingresos de sponsors, mora en cuotas sociales, menos compra de tickets. Dicho de otra manera, la convulsión de la economía hace que los presidentes de los clubes se den vuelta a cada rato para ver dónde está el arco.

En medio de todo este contexto, el Gobierno modificó el famoso Decreto 1212, que instauró en la presidencia de Eduardo Duhalde un régimen especial de aportes personales de los futbolistas y contribuciones patronales de las instituciones al Estado. Si bien la alícuota se movió pogo el impacto que le generó a clubes que tienen colegios o muchas actividades que generalmente son deficitarias es altísimo. Por ejemplo, a Vélez este cambio le significan al rededor de $5.000.000 mensuales. Ademas, el decreto golpeó particularmente a la AFA que empieza a tributar por ítems que antes no lo hacía. Eso termina generando menos ingresos para repartir entre el ascenso.