Los cruces entre Boca y River, desde aquel antecedente del “muletazo” de Palermo, tomaron otro matiz. Cada vez más épico. Y eso sucedió en la serie válida por las semifinales de la Copa Libertadores.

Aquel jueves 17 de junio de 2004, Boca festejó en un Monumental repleto de hinchas de River. Por precaución la serie contó con la particularidad que se jugó sólo con hinchas locales. Una práctica totalmente inédita para aquellos días y que nada hacía imaginar que sería la que rige al fútbol argentino hasta nuestros días.

Boca había ganado por la mínima, en la ida, gracias al gol de Schiavi. Así llegaron a un Monumental que estaba preparado para una auténtica fiesta. Sobre todo cuando River se había puesto en ventaja merced al gol de Lucho González a los cinco minutos del segundo tiempo. Los últimos diez minutos de partido fueron para el infarto.

River se quedó con nueve jugadores por expulsión del recién ingresado Rubens Sambueza --insultó al juez de línea-- y por lesión de Ricardo Rojas, ya que el técnico Leonardo Astrada había realizado los tres cambios reglamentarios.

Hasta que en la etapa complementaria Franco Cángele tiró un centro que conectó Tevez para poner el empate parcial (y la posible clasificación “Xeneize”) a los casi 44 minutos y dejar inmortalizado el festejo de la “gallinita”: "El gol que mas grité en mi carrera fue contra River por la Libertadores 2004, ese día se me salió la cadena", confesó Carlitos en diálogo con TyC Sports, casi 20 años después del suceso.

Esa forma de gritarlo le costó la expulsión, pero el encuentro tenía guardadas más emociones. Parecía partido liquidado, hasta que en tiempo de descuento el defensor Cristian Nasuti apareció como un fantasma en un tiro de esquina para anotar el agónico 2-1 final y forzar la definición desde el punto del penal. 

Los penales de Boca fueron convertidos por Rolando Schiavi, Pablo Alvarez, Pablo Ledesma, Nicolás Burdisso y Javier Villarreal. Por River convirtieron Marcelo Salas, Daniel Montenegro, Fernando Cavenaghi y Luis González. Pero el arquero "Xeneize" Roberto Abbondanzieri se puso el traje de héroe al atajarle un penal a Maximiliano López. Boca eliminaba a River (otra vez) y se clasificaba a la final de la Copa, en la que luego caería ante Once Caldas.