1981: El Maradona que iba a ser de River y se fue a Boca
Es una historia que lleva 110 años de plena vigencia la que reune a "Xeneizes" y "Millonarios". El duelo entre Boca y River tiene una historia riquísima y que bien merece ser contada. En Doble Amarilla repasamos los episodios más impactantes del clásico argentino.
“Ahora lo más firme parece ser lo de Boca. Lo de River quedó un poco muerto por el ofrecimiento que nos hizo Aragón Cabrera de ganar lo mismo que Fillol y Passarella. Lo único que pedimos es que nos dé lo que nosotros pedimos. Lo que pasa es que él dijo que 'no' porque se le iba a hacer muy embromado para pagarles a todos, entonces quedó un poco muerto. Las tratativas las hace Jorge (Cyterszpiler, su primer representante) y le dije que termine lo antes posible esto, porque ya no da para más. Tenía la ilusión de jugar en River pero Aragón Cabrera me derrumbó la ilusión”, decía un joven Diego Armando Maradona en el verano de 1981 cuando tenía apenas 20 años.
River acarreaba problemas económicos ya que tuvo que hacerse cargo de deudas, juicios y punitorios del convenio con el EAM 78 (Ente Autárquico Mundial 78) que el Ente no terminó cumpliendo. El destino quiso que cruzara a la otra vereda y el “Pelusa” escribió su propia historia en el “Superclásico”.
El paso de Diego Armando Maradona por Boca no fue el más largo, pero fue tan intenso que lo transformó en algo inolvidable por los hinchas “Xeneizes”. Y mucho tuvo que ver la lluviosa noche del viernes 10 de abril de 1981, cuando Boca goleó 3-0 a River, por la fecha 10 del Torneo Metropolitano, en un Superclásico que catapultó a Diego a la idolatría total para los fanáticos del club de la Ribera.
El Xeneize ganó gracias a un doblete de Miguel Ángel Brindisi, el socio perfecto del 10 en ese torneo. El primer gol del exHuracán llegó tras una gran jugada de Maradona, que dejó varios rivales en el camino y trabó con Ubaldo Fillol, provocando el rebote que derivó en el 1-0. Pocos minutos después llegó el 2-0, con una buena definición del “9”.
Pero la frutilla de la torta llegó a los 22 minutos del segundo tiempo, cuando Carlos Córdoba armó una buena apilada y metió un centro preciso para encontrar a Maradona cara a cara ante el arquero de River y campeón del mundo. Apenas un toque para un costado de Diego dejó a Fillol de rodillas y luego desparramó a Alberto Tarantini para depositar la pelota contra un palo y desatar la locura de la hinchada de Boca.
Ese equipo de Silvio Marzolini, uno de los pocos elegidos en ser campeón como jugador y técnico de Boca, sumó 50 puntos, uno más que el durísimo Ferro de Timoteo Griguol. Mucho valieron entonces esos tres puntos logrados en el Superclásico. Ameritaba ese gol “maradoniano” un buen festejo…
Y la celebración fue elocuente: corrida con los brazos abiertos y puños en alto al quedar rodillas sobre el césped a centímetros del banderín del córner para ser abrazado fuertemente por “Miguelito”. Eso se recuerda, claro, pero menos que el histórico resbalón del fotógrafo que corrió para registrar la imagen de Diego.