(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Un tipo inquieto, esa es la caracterización adecuada para Amadeo Carrizo. Un arquero incómodo en los tres palos que necesitaba demostrar que, si bien su función principal se cumplía con las manos, también sabía utilizar los pies. Dejó este mundo de manera física, pero el legado, el recuerdo y las enseñanzas, quedarán para siempre.

El histórico arquero de River, y además Presidente Honorario del club, falleció a sus 93 años luego de una larga vida y con una destacada trayectoria en el fútbol argentino. Jugó en el equipo de Núñez desde 1945 hasta 1968, y luego tuvo una breve experiencia en Millonarios de Colombia, jugando allí desde 1969 hasta 1970.

El icónico portero del Millo destacó por su 'rareza' a la hora de jugar. Un revolucionario que creó su propio libreto. ¿Quedarse en la línea? de ninguna manera. Amadeo quería volar y descolgar. Su entereza en los arcos del Antonio Liberti se forjó mediante métodos poco convencionales pero efectivos; y que hicieron vibrar a todas las paredes del Monumental.

Los videos y los viejos registros de aquellos partidos de tierra y cancha llena muestran la preponderancia de Amadeo cuando salvaba a su equipo y sus compañeros lo abrazaban. Claro, el joven arquero oriundo de Rufino se crió y formó en el apogeo de "La Máquina" (de la misma manera que Alfredo Di Stéfano), aquel equipo histórico y netamente ofensivo compuesto por cinco delanteros de excelencia (Muñoz, MorenoPederneraLabruna y Loustau) y dirigidos por Renato Cesarini y Carlos Peucelle.

Carrizo fue construyendo su carrera en un club que reclamaba contundencia y responsabilidad. Tras caracterizarse por ser un equipo ofensivo y con foco en el arco rival, siempre estuvo expuesto al peligro y tuvo que experimentar para cuidar su arco muchas veces librado a la suerte.

Por eso aquí su innovación, fue el primero en animarse a ir sobre los pies de sus rivales para quitarle margen de remate y poder hacerse gigante en los tres palos. Lo mismo hizo en los centros, anticipando los potenciales cabezazos e invalidando las acciones rivales.

Otra infidencia es la de la utilización de los guantes de arquero. En aquel entonces esto significaba no sólo una rareza, sino una mirada de reojo por "querer hacerse ver". Sin embargo, esta recomendación se la dio Lev Yashin (creer o reventar, Carrizo murió en la misma fecha que él), arquero histórico de origen soviético.

Si, en Amadeo no se verán las Copas Libertadores ni los grandes títulos honoríficos de estos tiempos. La historia del emblemático portero millonario va por otro lado. Los reconocimientos no se regalan, se logran a partir del respeto. Y eso es lo que significó el Tarzán riverplatense para la historia del fútbol argentino, una trayectoria de respeto, heroísmo e innovaciones.