(De la redacción de DOBLE AMARILLA) En un pasaje de la extensa entrevista brindada a DOBLE AMARILLA, José Guerra Álvarez se refirió al proceso de sociedades anónimas deportivas que en España lleva casi 30 años de implementación y en su análisis recién en este nuevo escenario de un producto en la industria del entretenimiento ha encontrado un formato de mayores opciones.

En España los modelos de clubes deportivos conviven con el de sociedades anónimas desde la primera Ley del deporte, aprobada en 1990 por el Gobierno español.

- Periodista: Con respecto a las sociedades anónimas deportivas ¿cuál fue la experiencia española al respecto y qué recetas utilizaron para incorporar este formato al fútbol?
- José Guerra: La experiencia de las sociedades anónimas deportivas en la Liga hasta 2011/12, cuando los clubes españoles pasaron por problemas económicos graves, no resultó ser una panacea ni la solución para todo. El club de fútbol se siguió utilizando como un elemento de representación o presencia social que llevó a que muchas de esas sociedades anónimas deportivas (SAD) entraran en problemas. Sin embargo, creo que la figura de una SAD da una capacidad de generar ingresos para esa industria del entretenimiento que puede competir contra una sociedad tradicional de un club de fútbol.

- P: Pero en España tienen conviviendo los dos formatos, con Real Madrid y Barcelona manteniendo la estructura de club deportivo, ¿Eso puede generar alguna diferencia competitiva?
- JG: No, en absoluto. Lo que sí puede generar es distintos modelos de negocios. Un club de fútbol va a estar destinado a atender a sus socios o accionistas, y dentro de una sociedad anónima deportiva pueden caber otros formatos como la figura de un inversor financiero, donde lo que quiere es lograr un rédito de una inversión que ha hecho.

- P: ¿Ustedes como liga que posicionamiento tuvieron con respecto al pasaje de un club deportivo a una sociedad anónima deportiva?
- JG: El origen de las SAD en España fue por la primera ley del deporte, en 1990, donde se obligó a determinados clubes que no cumplían unos estándares financieros (tres años con ejercicios económicos negativos) a tenerse que transformar en sociedades anónimas deportivas para instrumentar una gestión profesionalizada dentro del club. Eso no fue automático y esa profesionalización no se dio. Pero pasados unos años y con el fútbol con un producto que compite en la industria del entretenimiento, las SAD permiten un mayor marco de acción en este nuevo escenario.