(De la Redacción de Doble Amarilla) Iban 35, casi, del segundo tiempo cuando Marcelo Gallardo se metió a la cancha y le alcanzó la pelota a su equipo para reponer. Una imagen que pinta de cuerpo entero la noche espantosa para River en Núñez. 

Poner toda la carne al asador no funcionó. Quintero no pesó y Martínez quedó estacionado contra los carteles sin posibilidad de tener recorrido para poder lastimar ni desequilibrar. 

Renato Portaluppi leyó muy bien a River. No dejo que River salga desde su arquero. El avasallamiento que anunció Gallardo no pudo ser tal, porque Gremio jamás quiso jugar ese papel. Siempre tuvo superioridad numérica en la cancha y presionó a Ponzio, lo asfixió y River jamás pudo encontrar por dónde entrarle al Gremio, que hizo gala de un oficio de campeón de América. 

Dos remates de Exequiel Palacios fueron lo único que exhibió River como peligro certero. Eso y dos cabezazos que Maidana pudo conectar escapándose de Kanemann. Jamas estuvo cómodo el Millonario contra el Gremio.

En el segundo tiempo, cuando los de Renato parecían empezar a abroquelarse atrás y entregar la iniciativa al Millo, llegó el gol. Con la misma receta que en el pasado reciente: a River le cabecean en el primer palo, Armani quedó a mitad de camino y a cobrar. Pudo aumentar Gremio con un rematé de afuera, y dio la sensación que River jamás pudo empatarlo. Escenario similar a la Copa 2015 para River: 0-1 a Brasil. El problema para los de Gallardo es que este Gremio tiene poco de aquel Cruzeiro. Igual, aunque haya olor a cosa juzgada, a River todavía le quedan 90' para intentar remontar a un durísimo y sólido campeón de América.