(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) El fútbol suele estar ajeno a todo. Si lo sabremos los argentinos, que celebramos nuestra primera Copa del Mundo, mientras desaparecían y torturaban compatriotas. La historia dirá que en San Pablo se vivió una fiesta, con un estadio a reventar. Pero detrás de las luces del Morumbí, hay otra realidad.

Brasil recibe a la Copa América con una huelga general, encabezada por las 12 centrales obreras que posee el vecino país, unidas en rechazo de lo que es una reforma previsional impulsada por el gobierno de Jair Bolsonaro. 

La movida sindical cuenta con el apoyo de las organizaciones sociales y estudiantiles. Van apenas seis meses de gobierno de Bolsonaro, pero el diagnóstico es bastante mala en la generalidad de la sociedad brasilera: "En menos de seis meses de (des)gobierno, Jair Bolsonaro ya puede ser considerado el presidente que más atacó la clase trabajadora y la sociedad en general desde la vuelta a la democracia", aseguraron desde las centrales obreras, según refleja "Página 12".

El paro general que paraliza a Brasil es en repudio del avance de la ley de Jubilaciones, bajo el lema: "Vamos a parar un día para evitar el retroceso de toda una vida" .

Además de este clima áspero social, lo cierto es que desde el Palacio de Planalto temen por una rechifla generalizada para Bolsonaro en pleno Morumbí. El primer mandatario brasilero tiene previsto estar en el estadio de San Pablo para ver el debut del equipo de Tité ante Bolivia y desde el Gobierno temen que el descontento evidente en las calles y redes sociales se traslade a un evento que será mirado por el mundo y en el que estará presentes el Presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, convirtiendo el suceso en un papelón indisimulable a nivel continental y mundial.

"Todo lo que ocurre fuera, es responsabilidad de las autoridades locales, confiamos en ellos y esperamos no tener ningún tipo de evento grave para organizar esta fiesta", se limitó a señalar Agberto Guimaraes, director de Competiciones de CONMEBOL.