El pasado domingo, la Policía de la Provincia de Buenos Aires aprehendió a más de una docena de personas en la previa del encuentro entre Independiente y Vélez, disputado en Avellaneda. Entre los nombres y apellidos de los detenidos figura el de Jonathan Irala, defensor de Club Ferrocarril Midland, quien esperaba al resto de sus compañeros en la Plaza Alsina para partir rumbo al club, donde un rato más tarde debía enfrentar a Argentino de Merlo, en un partido correspondiente a la Fecha 11 de la Primera C. No obstante, las fuerzas de seguridad lo confundieron con un 'trapito' y fue detenido.

Aunque fuentes policiales sostienen que estaba cobrando por estacionar vehículos, el jugador relató su versión en diálogo con Doble Amarilla: "Estaba esperando a un compañero para ir al club, para ir a jugar y se me acerca un patrullero, se bajan los dos y me piden que los acompañe. Ahí me dicen que yo estaba haciendo de 'Trapito' y yo le decía que no". Y continuó: "Ellos me dicen que me vieron por las cámaras, ahí les respondí 'no ves cómo estoy vestido, que me estoy yendo a jugar al fútbol' y ellos insistían en que no". 

Siguiendo con su explicación, detalló: "Me pidieron que les de mi mochila, se la doy y me la empiezan a revisar. Sacaron todo lo que tenía adentro y las tiraron arriba del auto. Ahí les dije 'no tengo nada' y me volvieron a pedir que los acompañe, ahí les volví a decir que no porque yo no estaba haciendo nada". 

Irala relata que intentó comunicarse con su compañero, pero nuevamente los efectivos policiales se lo negaron y para colmo le sacaron su celular para evitar que filme la situación. "Metieron todas mis cosas en el baúl, me pegan y a la fuerza me obligaron a entrar al patrullero mientras yo les decía que no, porque yo no había hecho nada. Adentro del auto les pedía por favor que me largaran y ellos se cagaban de risa y me boludeaban" siguiendo con el crudo relato cuenta: "De ahí me llevan a un lugar que estaba lleno de policías y le dan mis cosas. Me sacaron una foto con un cartelito". 

Además, insistía en poder dialogar con su familia o con el club para avisarles de la situación, pero la negativa de la fuerza policial era constante. "Me metieron adentro de un lugar rodeado de vallas al aire libre, rodeado de policías y lleno de pibes de la calle. Estuve dos horas ahí y fui el último al que liberaron". 

Y concluyó compungido por la situación: "Tuve que firmar un papel que no me dijeron que era, me devolvieron mis cosas y me largaron como si nada".