Javier Martínez, el intendente de Pergamino fuertemente cuestionado por otorgar casi 3 millones de pesos al Club Douglas Haig para pagar sueldos de futbolistas y cuerpo técnico, conoció a su jefe político, Daniel Angelici, en junio de 2012. La relación entre Martínez y Angelici nació como no podía ser de otra manera: por el fútbol. El alcalde de Pergamino era presidente del “Milan de Pergamino” y “El Tano”, de Boca Juniors.

El puntapié inicial lo dio Angelici, quien recibió a su par pergaminense, con la intención de generar un vínculo entre ambas instituciones que le permitiera a la entidad de La Ribera ceder futbolistas que no iban a ser tenidos en cuenta, en función que Douglas Haig acababa de ascender a la Primera B Nacional. La relación comenzó con un vínculo concreto: el Bingo de Imperial de Pergamino, un salón de juegos que abre el presidente de Boca en el año 2000 a través de World Games, firma con la cual comenzó a administrar varios salones tras su incursión en el mundillo del juego en San Bernardo, en la Costa Atlántica bonaerense y en Córdoba, con el sello de la firma Cronopios.

El Bingo Imperial era uno de los principales patrocinadores de la campaña de Douglas Haig. Martínez no lo imaginaba porque de cuestiones políticas entiende muy poco, pero en aquellos tiempos el objetivo de Angelici era empezar a “inventar” al futuro intendente de Pergamino. El primer paso fue instalarse en Pergamino. Eligió bien: una lujosa casa ubicada en el barrio privado “Las Marías”, sobre Avenida Pellegrini. El segundo paso fue usar esa bala de plata que tenía guardada como el tesoro más preciado. El destinatario, un abogado de perfil bajo y buena imagen en la sociedad local: un tal Javier Martínez. ¿Por qué Martínez?. Simple, Angelici veía en él a un espejo de Mauricio Macri: de la presidencia de un club a la jefatura de un gobierno. Con las diferencias del caso.

Así nace una marca. A dedo, cuando Pergamino ya tenía nombres orgánicos para pelearle mano a mano al entonces candidato a ganar una vez más una elección a Intendente: un confiado Héctor Cachi Gutiérrez, hoy Diputado Nacional. Los hombres fuertes del Pro en aquel entonces eran dos: Lucio Tezón, hoy presidente del Concejo Deliberante y el secretario de Planificación y Modernización, Lucas Marino Aguirre, un pollo de la Fundación Pensar, actualmente cuestionado puertas afuera y también por el propio Martínez quien, cansado del protagonismo excesivo y de algunos manejos oscuros del funcionario, lo quiere lo más lejos posible del despacho principal del edificio de la calle Florida).

VUELO PROPIO

Una vez que asume como jefe comunal de Pergamino, Martínez toma vuelo propio y es codiciado por otros sectores de Cambiemos. Marino Aguirre pretende sumarlo de lleno a la Fundación Pensar, algo que no logra por intervención del jefe de Gabinete y hombre de extrema confianza del intendente, Carlos Pérez -enfrentado a Marino Aguirre.

También fue tentado a integrar las filas del sector más afin a Lilita Carrió, a través del senador provincial Marcelo Pacifico, un dirigente de cambió de camisetas en reiteradas oportunidades, hoy del riñón de Emilio Monzó. Esto provoca ruido en el grupo de “El Tano” y fue el presidente del IPS y secretario general de Boca, Christian Gribaudo, armador del PRO en la Segunda Sección Electoral, quien le puso los puntos al legislador “Martínez no se negocia”, fue la orden de Angelici. Algunos aseguran que esa fue la única mancha en la relación entre ambos. Otros, los más cercanos al pope de Boca, afirman que el papelón reciente de la entrega de fondos de obra pública para pagar al plantel de Douglas provocó un nuevo quiebre en esta “sociedad” que nació hace más de una década. El interrogante sobrevuela en los pasillos de la comuna local: ¿Seguirá siendo Martínez un jugador indiscutido de uno de los principales brazos ejecutores de Mauricio Macri, o Daniel “El Tano” Angelicci le habrá bajado el pulgar?. Por ahora, sólo por ahora, no tenemos esa respuesta.