(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) El fútbol se juega por plata en muchos barrios de Rosario y por plata a veces se cometen salvajadas. Como por ejemplo, pegarle un tiro y romperle la tibia a un chico de 16 años, con un futuro prometedor y que se estaba preparando para disputar las regionales.

Ocurrió el pasado domingo, cuando por la tarde, en una de las tantas canchitas que hay en el interior del país, se enfrentaron "Los Rojos" y "Los Chaqueños" . Ahí, los fines de semana, se arman torneos "por guita" con la sombra del narcotráfico que pega en los sectores más vulnerables de la Ciudad siempre presente. 

El primero de los equipos está conformado por adolescentes de entre 15 y 17 años. En el segundo hay jóvenes de más de 30. Este partido se dio en más de una oportunidad, mutó en rivalidad, que luego fue "pica" y que alcanzó su punto más álgido cuando al crack de "Los Rojos", Jeremías, de 16 años, lo pararon de un balazo, en una historia que cuenta "Clarín" en su edición de hoy.

"Casi me lo matan por ser habilidoso, porque juega bien a la pelota. Le dispararon para que no juegue más", cuenta su mamá, Nilda, que no puede creer lo que le tocará pasar a su hijo ahora, un joven talento que llegó a probarse en Argentinos Juniors. El disparo el ocasionó una fractura de tibia y los médicos ya le advirtieron que la recuperación "será larga".

Nilda, la mamá de Jeremías, define a quién dejó postrado en una cama a su hijo como un "descerebrado". Pero también tiene miedo, porque aportó el nombre y el apodo de la persona que le disparó a Jeremías.En un principio, su hijo le contó una versión edulcorada de los hechos, que "se agarraron a piñas" y que uno del equipo rival sacó un arma y disparó "a lo loco".

Luego, cuando ella le prometió "protegerlo", su hijo le contó todo con lujo de detalles: que él fue el blanco del ataque, que un rival de 30 años lo encaró, lo insultó, y finalmente, luego de disparar varias veces al aire, bajó el revolver y le gatilló a las piernas. "Está angustiado, con mucha tristeza. El fútbol es su vida. Ahora por un buen tiempo no va a poder jugar", lamenta su mamá.

Es más, Jeremías estaba haciendo la pretemporada en un equipo de la localidad de Alvear, cercana a Rosario. A partir de marzo iba a jugar en una de las tantas ligas santafesinas, donde se paga mejor que en muchos clubes del Ascenso. Y él iba a destinar parte de sus sueldos a la casa. Es que Nilda lo mantiene a él y a sus dos hermanas, de 14 y 12 años. Ahora, eso deberá esperar. Al menos, unos meses más.

"A Jeremías siempre lo llaman, lo buscan muchos equipos. No me gusta que juegue porque siempre le pegan. La otra vez le dieron una patada en la columna. Nunca imaginé que le iban a dar un tiro", dice ella en diálogo con "Clarín" y pide que lo que pasó "se investigue" o "de lo contrario mi hijo o cualquier otro pibe de su equipo puede terminar en un cajón".

Esta no es la primera vez que ocurre un suceso de estas características en un potrero de Rosario. Allí siempre hay cuestiones oscuras, ligadas al flagelo del narcotráfico.

Foto: Clarín