El 5 de mayo de 1917, el Club Atlético Amalia vio la luz. Ubicado en la ciudad de San Miguel de Tucumán, nació en las proximidades del ex Ingenio Amalia, que se ganó su nombre por la esposa del dueño. La institución deportiva fue fundada por obreros que trabajaban en las instalaciones que procesaban la caña de azúcar. El nombre se colocó en honor al ingenio porque le otorgó los terrenos al club para los campos de juego. A día de hoy, es de las pocas instituciones entre Primera y Regional con nombre de mujer y posee un lazo indisociable con el pueblo tucumano.

El ex Ingenio Amalia está a 22 cuadras de la Plaza Independencia, ubicada en el centro de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Por el lugar donde se encuentra, a los integrantes del Club Atlético Amalia les solían decir "los azucareros" o "los cañeros". La camiseta, en honor a la caña de azúcar, era verde. Con el pasar de los años, su escudo y la casaca pasaron a estar atravesados por el rojo y el negro, recordando a Newell's Old Boys de Rosario.

En 1967, durante la etapa que tuvo a Juan Carlos Onganía en el poder, el Ingenio Amalia cerró sus puertas. El club, entonces, inició un proceso de decadencia al no contar con el apoyo económico que solía darle el Ingenio. Así y todo, la entidad nunca dejó de funcionar. Actualmente, juega en la Liga Tucumana de Fútbol, torneo que disputa de manera ininterrumpida desde su creación.

Las cosas han mejorado para Amalia en los últimos años, precisamente desde 2008. El club logró salir a flote y consiguió tres hitos en cinco años: ganó la Liga Tucumana de Fútbol en 2008 y 2010 y obtuvo el Torneo del Interior o Federal C en 2013, ganándose la chance de disputar el Federal B, donde militó hasta su reestructuración y transformación en Torneo Regional Federal Amateur. "En el último año, Amalia no jugó el Regional pese a tener la plaza por el tema económico, porque es un torneo muy caro y deficitario. Y justo vino la pandemia, que hizo olvidar un poco el hecho de que Amalia no lo iba a jugar este año. No participar fue acertado", manifestó Rodolfo Ávila, presidente de Amalia, en conversación con Doble Amarilla.

Ávila tiene una vida ligada al club. Y no es exagerado decirlo: es presidente de la entidad desde 2008, jugó en las inferiores, asistió a la cancha con su abuelo y su padre y fue preparador físico. En 2007, ingresó como tesorero y es titular de la institución hace ya doce años. "Amalia fue muy fuerte en su momento, cuando el Ingenio todavía seguía funcionando. En ese momento, se traían jugadores importantes al club y el Ingenio les daba trabajo. La institución siempre fue el lugar de encuentro de la gente que vivía alrededor del Ingenio. No había otro quehacer aunque estaba cerca del centro de la ciudad, que era muy chica. Era casi como vivir en el campo, por eso el club era lugar de encuentro", relató.

Muchas generaciones de tucumanos han estado cerca de Amalia. Para darse una idea de la carga de tradición que embiste a la institución, resta mencionar la siguiente cadena genealógica: el abuelo de Ávila fue compañero de trabajo en el Ingenio del abuelo del intendente Germán Alfaro. "El padre de Alfaro era obrero con mi padre también, así que nosotros ya somos la tercera generación. Y tenemos hijos de 18 años que son amigos y van camino a ser la cuarta generación. El tesorero es mi cuñado y su abuelo también trabajó en el Ingenio. Llegó desde Yugoslavia y recayó en Amalia, donde se quedó y formó su familia. Conocemos bien el club, le tenemos un amor muy grande y hay un sentido de pertenencia enorme", expresó Ávila.

¿Atlético Amalia tiene mujeres en su Comisión Directiva? Actualmente, tres. "En la vida diaria de la institución, hay muchísimas más. Tenemos clases de gimnasia, de zumba, a las que van mujeres jóvenes y mayores. La vida del club se desarrolla con los vecinos de la zona. Hay también escuela de hockey y patín que dan clases de manera gratuita, porque la gente que viene al club no está en condiciones de pagar una cuota", contó.

"Son poquitos los socios que aportan su cuota, pero sabemos que el club tiene que ser un lugar de contención. A Amalia le dicen los villeros por algo, porque cuando cerró el Ingenio se formaron villas porque no había trabajo. Hay mucha gente relacionada al club que económicamente no está bien. Y a eso hay que sumarle la pandemia que vivimos", agregó.

Afortunadamente para Amalia, el problema de los contratos que tanto ocupó el centro de la escena en los últimos meses, no aparece en esta pandemia: como forma parte de la Liga Tucumana de Fútbol, que es amateur, no hay vínculos firmados. "Para jugar el torneo, no se exige contrato. Los jugadores que tenemos están arreglados de palabra, todo tiene que ver con la confianza de Comisión Directiva y futbolista. Por supuesto que sí se paga, porque sino no hay manera de traer jugadores de calidad. En el Federal A, se exigen ocho contratos profesionales, pero ni en el Federal Amateur ni en las Ligas Regionales ocurre lo mismo", aseveró.

Con 103 años de vida, Amalia sueña con sobrevivir a la pandemia y a todo lo que pueda venir. Desde el 2008 hasta ahora, ha atravesado una gran etapa deportiva. El club está acomodado y, pese a estar en una zona vulnerable, es lugar de encuentro de cientos de tucumanos. "Es una salida que tiene el vecino de la zona, nos da orgullo y nos llena de satisfacción. Muchos no tienen para ir al cine ni al centro, pero se prende la luz del estadio porque juega Amalia y la cancha se llena", sentenció Ávila.