(De la redacción de DOBLE AMARILLA) "Lo importante de una etapa de transición luego del abismo en el que estuvo el fútbol sudamericano es no dar pasos en falso y lograr recuperar la credibilidad perdida", es una de las frases de cabecera que más se repite en la sede de Conmebol, en Luque, luego del FIFAGate tras la asunción de Alejandro Domínguez como presidente, aquel ya lejando 26 de enero de 2016.

La primera gestión del dirigente paraguayo al frente de la Confederación Sudamericana mantuvo este norte y para intentar recuperar el valor económico y simbólico de las competencias fue muy exigente con todos los empleados de Conmebol con esta premisa. 

La puesta en valor nuevamente de las Copas América, Libertadores y Sudamericana, más la recuperación de la confianza a nivel internacional tuvo un impulso también de ayuda a las asociaciones miembro que integran Conmebol.

En este punto además se impulsó la modernización tecnológica, y una de las principales herramientas fue desde 2016 poner en vigencia la implementación del sistema Comet, un software autorizado por la FIFA (creado en 2003) que desembarcó en Sudamérica como un método innovador para facilitar el trabajo de los clubes.

Con la decisión de poner una fecha de inicio se estableció que desde 2016 sería el método de registro, dejando fuera de registro lo ocurrido anteriormente, que suponía una transición analógica-digital, que debía tener recaudos extremos para evitar papelones.

Los acontecimientos de las últimas semanas con las series San Lorenzo-Temuco (con el caso Jonathan Requena), Independiente-Santos (con el caso Carlos Sánchez) y River-Racing (con el caso Bruno Zuculini) dejaron en un jaque mate constante a la Unidad de Disciplina, en particular, y a la Conmebol, en general. 

Los recaudos extremos no estuvieron y la tormenta que se presentó con Temuco, que incluyó la visita del presidente Marcelo Salas a la sede de Luque (y la amenaza de recurrir al TAS), los incidentes del plantel de San Lorenzo en Chile y las críticas a una decisión complicada, fue apenas una ventisca tras el vendaval que fueron los últimos cuatro días con el tándem Independiente-Santos y River-Racing.

Los registros del tan mentado Comet, las cartas de ida y vuelta, las presiones mediáticas y efectivas en cada llamado a Luque no hizo más que salpicar de manchas a un fútbol sudamericano que pretendía dejar otra imagen en el mundo luego del tan escandaloso FIFAGate.

Ahora en Conmebol rige la ley del daño menor y la intención es salir de este vendaval con la menor cantidad de daños colaterales, que incluye evitar que todas estas cuestiones salgan de la órbita sudamericana y crucen el Océano Atlántico tanto con destino FIFA como el TAS.