Una persona arroja una botella contra su televisor, otra llora, otra revolea a su bebé como si lo que tuviera entre manos fuera la bronca de 28 años de amarguras y no su hijo, otras tantas salen a tomar las calles por asalto. Uno simula que es el Dibu Martínez en plena avenida, otro se cuelga del BA gigante del Obelisco y se cae. Otro se va de de jeta al piso tras caerse de un cartel de la calle, otro, disfrazado de cerdo, corre por la 25 de mayo. Miles, cientos de miles, salen a festejar. En Buenos Aires, con el Obelisco como epicentro, pero en cada gran urbe, pequeña urbe y mínima urbe. Después de 28 años, el fútbol nos vuelve a dar lugar para ser felices. Hay que celebrarlo claro. Sin distancia social, también. Con algún que otro barbijo, con suerte.

El desahogo era impostergable, el festejo popular inevitable, el miedo al rebrote, lógico. En medio de estas horas de éxtasis albiceleste, el Doctor Daniel Gollán, Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, jugó a ser el Grinch y advirtió, públicamente de su temor al rebrote. La semana que pasó, por primera vez en mucho tiempo, tuvo a sus siete días por bajo de los 20 mil contagios. No sabemos qué pasará dentro de 15 días. 

Tweet de Leo Messi

Claro, el mensaje de Lionel Messi, en medio de tanto desahogo contenido, pareció una botella en medio del mar de algarabía, júbilo y exitación, en medio de su propio desborde. "Somos campeones la concha de su madre", escribió el capitán sin ningún tipo de censura y, todavía en el vestuario del Maracaná. Dos horas después, escribió: "para poder seguir festejando nos tenemos que seguir cuidando, no nos olvidemos que aún queda mucho para volver a la normalidad y aprovechen esta felicidad para agarrar un poco de fuerza para luchar juntos para ganar al virus". Lo puso en Twitter y en Instagram. ¿Quién le puede pedir a Messi otra cosa? Nadie, claro. 

Tweet de Leo Messi

Desde el gobierno nacional no hubo ningún pedido a la gente. Saben que la alegría escasea por estos días y, en el mejor de los casos, tiene formato de turno de vacunación. Por eso, la Copa América llegó como un bálsamo. Sólo el fútbol es capaz de hacer añicos las preocupaciones, las broncas, la grieta de millones de personas. Durante los '90 de la final, no existió el coronavirus, la pandemia, las vacunas, el FMI, Cristina, Macri, Alberto, nada. No existió nada. Fue sólo el fútbol y su inconmensurable poder de ser lo más importante, dentro de lo menos importante.

El desborde popular, postergado 28 años, que quedó en las gateras en 2014, se hizo sentir. En una noche que desde el clima acompañó, nadie quiso quedarse afuera de la celebración y salió a la puerta, a las calles, a la esquina. El himno al palo desde la lujosa 4x4 con el destartalo auto modelo pre-2010 por el medio de la Avenida Libertador. Eso también es el fútbol. El lugar donde las clases sociales se licúan y sólo importa la camiseta y que Leo Messi, por fin, pudo ser campeón.

Desde la Casa Rosada no le van a salir a poner un coto al tema. En una actitud similar a la que se tomó cuando murió Diego Armando Maradona. Grietas al margen, lo que pasó con el velorio de Diego y con el campeonato de la Selección hubiese pasado bajo cualquier administración. Desde una futbolera, como la que tuvo Mauricio Macri, que hizo del fútbol caldo para sus chistes, chicanas con líderes internacionales y varias declaraciones mediáticas hasta una que no lo fue tanto como la de Cristina Fernández. Aunque ojo, porque durante el gobierno de Cristina, Julio Grondona y Diego Maradona estuvieron junto a ella para dar puntapié al "Fútbol para Todos". Nadie en la arena política puede estar ajeno a lo que pase con una pelota. Nadie. No en este país. 

El Gobierno cruza los dedos para que este desborde no se traduzca en aumento exponencial de casos. Las campañas de vacunación siguen a todo motor y las vacunas siguen llegando -en las próximas horas, Argentina alcanzará las 30 millones de dosis que llegaron al país- pero el temor de la variante Delta sigue latente.... Y de esto se trata un festejo de campeón con Maracanazo incluido en tiempo de pandemia