Sin dudas esta no es una semana más para Horacio Elizondo. Cuando había degustado la miel del deber cumplido por el arbitraje de su designado Patricio Loustau en el superclásico de la Bombonera, el lunes le explotó una bomba en la mano con la pésima tarea de Pedro Argañaraz, en el partido entre Vélez y Tigre. Y si le faltaba algo a esa mancha, el juez de la final de Alemania 2006 se encargó de tirarle nafta al fuego con sus declaraciones post partido: ¨No sé qué cobró. Le pido perdón a Sava y a todo Tigre. No pongo las manos en el fuego por Argañaraz¨.

Inmediatamente salió a escena Guillermo Marconi, el ¨jefe¨político del juez tucumano, dado que es el titular del SADRA, la liga gremial de los árbitros que provienen del interior del país. Sin pausa elevó una carta al presidente de la AFA, Claudio Tapia, para que intervenga en el asunto y siente posición de la entidad que conduce. Claro, por atrás de la escena estaba la eterna guerra de Marconi vs Elizondo.

Y si bien Horacio dio marcha atrás en varios conceptos (¨Yo lo designé a Argañaraz, ¿cómo no voy a confiar en él¨ o ¨Yo mismo lo sumé a una lista de candidatos para elevarlo a la categoría de árbitro FIFA¨), el presidente de la AFA intervino y lo citó a su despacho de Viamonte. En el entorno de Tapia dicen que está bastante enojado con el Director de Fomación por el inoportunismo y tenor de sus declaraciones. Y que tiene dos caminos: 1) Quitarle el poder de las designaciones, aunque de ahora en más van a ser sorteos calificados; 2) Directamente sacarlo del cargo, algo que se rumorea desde antes de que Chiqui sea designado presidente. La mayoría cree que se inclinará por la primera posibilidad. Lo cierto es que Elizondo sabe que no la va a pasar nada bien y que lo que había comenzado como una semana tranquila y ganadora se ha convertido en un vía crucis personal por su propia incontinencia verbal y un polémico arbitraje de un subalterno suyo.