(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Los pasillos del edificio de Viamonte mantienen todavía su impronta, los dirigentes todavía extrañan su voz lenta, su mirada penetrante  y su forma de conducción personalista, los empleados de AFA continúan recordando sus anécdotas, el predio de Ezeiza –rebautizado con su nombre- mantiene la impronta que le dio desde su fundación…. es que apenas pasaron cuatro años desde que Julio Grondona falleció aquella mañana lluviosa del miércoles 30 de julio de 2014.

Para entender el fenómeno Grondona no alcanza con hacer una retrospectiva de su vida en el fútbol argentino, como tampoco detenerse en aquellos lluviosos días fríos donde el fútbol mundial miró hacia estas latitudes, ni mucho menos proyectar un futuro hipotético como una de las víctimas casi seguras del FIFAGate.

Es que Grondona marcó un antes y un después para este deporte en la Argentina, porque este radical de Arsenal e Independiente transitó sus 82 años dejando una forma de dirigir una institución deportiva que aún hoy mantiene su innegable impronta.

Como señalan aquellos más grondonistas que el propio Julio… “Nunca habrá uno igual”, aunque sus mayores detractores responden casi al mismo tiempo “Por suerte, porque la AFA era una dictadura y se hacía todo lo que decidía una sola persona”.

Mano firme en cada decisión, una conducción política de dar para luego cobrar, un peso específico de Argentina a nivel internacional tanto en Conmebol como en FIFA sin siquiera hablar una sola palabra de inglés, un equilibrio casi milimétrico con el poder de turno para evitar sus intervenciones pero sin dejar de tenerlo lo suficientemente cerca… así fueron los
días desde el 6 de abril de 1979 hasta el día de su muerte, aquel 30 de julio de 2014.


Y cumplió hasta en su última voluntad… porque quién escribe le escuchó de su propia boca la siguiente aseveración: “A mí me van a sacar con los pies para adelante de esta Casa, MI Casa”… y así fue porque ejerció la presidencia hasta la noche anterior a su muerte por una aneurisma de aorta.

Fueron apenas dos años en los que se mostró endeble porque pocos lo saben pero el punto débil de aquella persona que parecía inquebrantable era su compañera de vida: Nélida Enriqueta Pariani, o Nely para aquellos que la conocían.

El fallecimiento de su mujer dos años antes del propio fue un golpe del que Don Julio nunca se recuperó, pese al esfuerzo de sus tres hijos Humberto, Julito y Liliana.

La conducción de Grondona de AFA también incluyó muchísimos puntos oscuros tanto en el manejo discrecional del dinero como también en su forma poco ecuánime de manejar los premios y castigos. 

“Hasta supo cuando morirse”, coinciden defensores y detractores porque su muerte evitó que desfile por tribunales locales e internacionales tras el FIFAGate, dejándolo sólo en la leyenda de “Co-Conspirator#10”.